Los niños espartanos permanecían en casa de sus padres y al cuidado de sus madres hasta que tenían siete años.
En cuanto alcanzaban esa edad, eran puestos al cuidado del Estado y solo se les permitía disponer de un manto de lana basta, que les servía para cubrirse de noche y de día, y era del mismo material en verano y en invierno.
Como los espartanos estaban deseosos de que sus niños fueran fuertes y valientes, se les enseñaba a soportar el dolor y la fatiga sin quejarse.
A los niños espartanos no se les permitía dormir en camas, no fuera que se volvieran vagos y autocomplacientes.
Y aunque pueda parecer raro, a los pequeños espartanos también se les entrenaba para robar: se les halagaba cuando conseguían robar sin ser descubiertos y se les castigaba solo cuando eran descubiertos.
Además, una vez al año, todos los niños eran llevados al templo de Ártemis, donde se ponía a prueba su coraje aguantando una dura tanda de azotes; y los que aguantaban sin llorar ni quejarse eran halagados.
De todas estas cosas, de lo que le pasó al niño espartano que robó un zorro y de por qué se les enseñaba a robar (y no ser pillados) trato en mi pódcast de histori(et)as de griegos y romanos.
¡Un saludo!
Paco
P. S. También verás que lo de hablar lacónicamente tiene que ver con parte de la educación espartana.