Que yo me queje de los aprende latín en 10 minutos no quiere decir que uno no pueda empezar a aprender latín en 15 minutos (o 20).
Quién no se habrá quejado de ese profesor que venía a clase con los apuntes amarillos y trozos de cinta: esos apuntes que él mismo tomó de estudiante y que durante decenios ha ido impartiendo tal cual a generaciones de estudiantes.
Muy raro es que uno tenga un método tan bueno que no haya que cambiarle ni una coma en 50 años.
Desde luego, poco ha cambiado el latín desde que empecé a estudiarlo con 16 años hasta ahora.
Aun así, continuamente voy introduciendo cambios de diversa índole en mi curso de latín desde cero: no solo voy añadiendo más contenidos teóricos y prácticos, sino que incluso voy repasando y puliendo lo ya publicado.
Aunque el latín sea el mismo, ni el método ni el profesor ni nada ni nadie es realmente lo mismo. (Ya se sabe: πάντα ῥεῖ, como decía Heráclito).
Bueno.
Es fácil dejarse llevar por la inercia e impartir una materia de forma similar a como uno la aprendió.
Pero es precisamente con la experiencia propia y con el feedback de los demás como uno va evolucionando.
Por esta inercia, mi curso de latín desde cero empieza con demasiada teoría, demasiada gramática, antes de empezar con la práctica, antes de empezar a leer latín o a analizar y traducir.
Ojo, nada malo con la teoría y la gramática: son, de hecho, necesarias en el camino; pero no necesarias en tanta cantidad al principio del camino.
Por eso he añadido una clase cero, una clase de inicio rápido: lo mínimo imprescindible, unos 15-20 minutos, antes de saltar ya a los primeros textos.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Como digo en la propia clase, no sustituye a los otros contenidos, sino que es, más bien, un turbo, como esas flechas brillantes del suelo en los videojuegos de carreras.