Me imagino que a todos nos —aunque sea— suena Ángel Ganivet, aunque sea de la ristra de nombres de las clases de Literatura.
Cito de Wikipedia: «fue un escritor y diplomático español. Es considerado por algunos autores un precursor de la generación del 98 y por otros, un miembro de pleno derecho de esta».
Pero realmente yo no vengo a hablar de Ganivet, ni siquiera de Unamuno (aunque los dos aparecen en esta historia), sino de José Alemany y Bolufer.
No sé si te sonará este señor, pero fue «filólogo, helenista, lexicógrafo y traductor español» (Wikipedia). ¡Incluso perteneció a la Real Academia Española y a la Real Academia de la Historia!
Bueno.
La cosa.
Resulta que nuestro protagonista fue a presentarse al concurso para obtener la cátedra de idioma griego en la Universidad de Granada.
Tuvo la mala suerte de que coincidió con Unamuno y especialmente con Ganivet.
¿Porque alguno de ellos sabía más griego que él?
No.
Y aun así la cátedra se la dieron a Ganivet, no por sus conocimientos de griego, sino porque era de la propia ciudad y era ya por entonces influencer decimonónico.
Para mayor mofa y escarnio, el tribunal dijo de Ganivet que, «si bien no sabía mucho griego, sería capaz de aprenderlo».
Naturalmente, Alemany debió de montar en cólera e impugnó todo lo impugnable.
Le salió bien la jugada, porque el nuevo tribunal lo formaban:
- Juan Valera (el de Pepita Jiménez)
- Marcelino Menéndez Pelayo (el que tiene una calle/avenida/plaza en cada ciudad)
- Ramón Menéndez Pidal (el padre de la filología hispánica)
- la reina María Cristina (todo oks)
El tribunal empieza a lanzar preguntas, y Alemany no solo las responde todas a la perfección, sino que contraataca él con preguntas al tribunal.
Los tres filólogos del tribunal, en lugar de sentirse afrentados por la osadía, se levantaron llenos de admiración y le dijeron que él sabía más griego que ellos tres juntos.
(La reina, me imagino que por decir algo, le concedió la distinción de Caballero cubierto ante el rey).
Muchos aprendizajes en esta fascinante anécdota.
Te dejo que releas para pescar cada uno de ellos.
Lo que sí voy a decir es que este señor publicó «por primera vez en castellano las siete tragedias de Sófocles» (según el prólogo del volumen).
Fantásticas todas ellas (especialmente Edipo rey y Antígona, en ese orden en mi humilde opinión), requieren conocimientos previos de los rudimentos de la mitología griega.
¡Un saludo!
Paco
P. S. No sé si es justo tildar de corrupto a Ganivet, pero algo malo no deja de haber en la connivencia con una injusticia evidente.