En el correo anterior incluí una mofa a las urgencias latinísticas que hicieron que una academia se decantara por contratar a otro profesor por el simple hecho de vivir más cerca.
Sin embargo, lo de las urgencias lingüísticas, realmente, no es en absoluto infrecuente.
Cada año hay varios grandes periodos de exámenes. Los más importantes son enero-febrero, mayo-junio y agosto-septiembre.
Tanto cuando me anunciaba en las cloacas de las webs de clases particulares como ahora, rara es la convocatoria en la que no me contacta alguien unos 7-10 días antes de la fecha del examen.
Que es importantísimo.
Que es urgentísimo.
Que por todos los dioses le enseñe todo el latín de los dos años de bachillerato en una semana.
Señora, yo milagros no hago. Simplemente, es imposible que nadie pueda enseñarle a su hijo, y que su hijo aprenda, todo el latín que no ha aprendido en dos años en una semana. Y como consejo no solicitado: guárdese el dinero y no se lo dé a quien diga que va a obrar semejante milagro.
Además de un curso de latín, tengo un curso de gramática histórica, uno de los huesos duros de roer de Filología Hispánica.
La tasa de suspensos es hecatómbica.
La asignatura, ya de por sí, es dura, pero es que, además, requiere de bastantes y sólidos conocimientos previos de los que se suele carecer: especialmente fonética y fonología españolas y también algo de latín aunque sea de nivel escolar.
En una de estas ocasiones, se puso en contacto conmigo un señor a este respecto: que lo llamara (me escribió su número de teléfono), que era cuestión de vida o muerte, que era una cosa que no se podía hablar por correo.
No atiendo por teléfono, ni tampoco doy clases particulares. Si lo que necesitas es ayuda con gramática histórica, aquí tienes este curso, donde tienes todo lo que puedes necesitar para el examen.
Tras intercambiar más de un correo, le insistí en que no daba clases particulares y en que el curso tenía todo lo que necesitaba.
No me consta que el señor llegara a apuntarse. Supongo que prefirió ahorrarse los cuatro duros y quedarse con los apuntes que tan bien le habían servido en las 4 o 5 convocatorias anteriores.
La última clase particular que impartí la cobré, si mal no recuerdo, a 30 euros por 55 minutos.
Si ahora impartiera, no lo haría por menos de 40 o 50 euros la hora.
En cambio, por bastante menos, tengo CIENTOS de horas de contenidos para aprender latín, griego, fonética, gramática histórica y no sé qué más.
Por cuatro duros mensuales tienes acceso a mis conocimientos adquiridos entre libros durante años y pulidos por la experiencia, filtrados y explicados desde cero o desde lo que toque.
Casi que pierdo dinero con el precio actual. Por eso es cuestión de tiempo, más bien poco, que apuntarse a mis contenidos cueste bastante más de lo que cuesta ahora.
No pongo una cuenta atrás porque todavía no sé si los precios subirán mañana, en una semana o en un mes. Pero subir, subirán.
ACADEMIALATIN.com no es solo una academia de latín.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Mirar el índice de cursos es gratis. Al menos eso sí.