Ahora me ha dado por ponerme a estudiar portugués.
Yo ya me he pasado todo el Duolingo de portugués. Por supuesto, eso no significa, ni mucho menos, tener un control razonable de ninguna lengua.
Está claro que leer y entender el portugués es muy fácil para cualquier hispanohablante. Más aún si uno tiene conocimiento de otras lenguas romances y, aún mejor, de latín.
Otra cosa es llegar a comunicarse efectivamente en un portugués razonablemente correcto y fluido.
Así que me compré un libro para enfrentarme a este aprendizaje, con todas mis ventajas, por mi cuenta.
El mismo volumen incluye los niveles A1 y A2 (principiante), ya que el método está pensado específicamente para hispanohablantes.
El libro y su cuaderno de ejercicios me han costado unos 40 euros: ni muy barato ni muy caro, diría yo.
Eso sí, el método no termina de gustarme, pues presupone la presencia forzosa de un profesor. Ojo, no es necesariamente culpa del libro, si este no dice que es para autodidactas.
En cualquier caso, terminar el libro supone comprar el siguiente, y luego el siguiente, etc.
Mi curso de latín está pensado para autodidactas: absolutamente todo está explicado de mi viva voz. Primero la teoría, luego la práctica sobre esa teoría, y luego otra vez, y así desde cero hasta saber más que la mitad de los universitarios.
Por si fuera poco, además de la teoría y las respectivas prácticas graduadas, tienes decenas de horas de trabajo sobre textos latinos de diversa dificultad, porque a Virgilio no se le lee en dos meses.
Reserva tus próximos años para aprender latín.
¡Un saludo!
Paco
P. S. No es que el aprendizaje del latín tome años… ¡Es que nunca termina! Por eso no paro de añadir más y más materiales de forma constante.