Ya he hablado en alguna ocasión de mi lista de temas prohibidos.
En general, paso de pseudolingüística y de charlatanería.
Sin embargo, en ocasiones el filólogo tiene que levantarse de su cátedra y recibir una bala por la defensa del bien común.
El temita Cortez-Huertas ha sido durante años uno de mis temas prohibidos (¿en serio voy a perder el tiempo en semejantes majaderías?).
Sin embargo, he llegado a la conclusión de que la misión de un filólogo y divulgador lingüístico no ha de limitarse a difundir la correcta doctrina lingüística, sino que debe incluir también enderezar tuertos y emendar sinrazones.
Lamentablemente, en el colegio perdemos el tiempo aprendiendo, digo repitiendo como papagayos, las mandangas del emisor-receptor-etc. y el mínimo común múltiplo, pero sobre potenciar el razonamiento crítico, la prevención sobre falacias, etc., poco se dice.
Luego la gente se cree las cosas que se cree, cae en sectas, se apunta a masterclasis gratuitas y comparte las entrevistas de Carme Huertas.
También hay gente que lloriquea de censura, de que no se pueden imponer creencias a los demás, y que cada uno debe ser libre de opinar lo que quiera.
A ver, sí, excepto si se trata de desinformación, que no es lo mismo que falta de información, sino mucho peor.
Cierto es que nadie se va a morir por creerse que el español proviene del italiano antiguo, pero se empieza por leer a Cortez y se acaba fabricando un cohete para demostrar que la tierra es plana (con fatales consecuencias).
Suficiente preámbulo.
Además del vídeo introductorio que recibiste ayer, luego me paso 45 minutos contraargumentando lingüísticamente las indecencias intelectuales de Cortez.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Incluso si el tema te daba pereza de antes como a mí, creo que aun así disfrutarás.