En la Atenas del siglo V a. C. había un tal Diágoras de Melos que fue conocido como «el Ateo» por razones cristalinas a partir de su mote.
Un día, un amigo suyo trataba de convencerlo de la existencia de los dioses: ¿Es que nunca has visto la gran cantidad de exvotos de gente que se salvó de un naufragio precisamente porque rezaron a los dioses? ¡Eso sin duda prueba su existencia!
A lo que Diágoras respondió: Claro, porque los que murieron ahogados, rezaran o no, no llegaron a tierra para ofrecer ninguno.
Incluso un día, mientras precisamente Diágoras iba en un barco que iba atravesando una tempestad y los tripulantes creían que esta era culpa del ateo filósofo, este les dijo: Vosotros creéis que los dioses han enviado esta tempestad contra mí, pero ¿cuántos Diágoras hay en aquellos barcos de allí, que van atravesando la misma tempestad?
Esto es un ejemplo del sesgo del superviviente: «la falacia lógica que consiste en concentrarse en las personas o cosas que superaron un proceso de selección pasando por alto a aquellas que no lo hicieron, típicamente por su falta de visibilidad. Esto puede conllevar a conclusiones falsas de muy diferentes formas» (Wikipedia).
El otro día me topé con el titular del enésimo artículo-entrevista que pone el latín por las nubes: que el latín te hace un ser divinamente sublime, más inteligente que Stephen Hawking y más crítico que Sócrates.
De eso hablaba en el artículo-entrevista una doctora de Filología Latina con un admirable cursus honorum, así que debe ser verdad, ¿no?
Ahí la tenemos a ella: estudió latín y gracias a ello consiguió llegar muy muy lejos en su carrera.
Claro, no tenemos en cuenta el 99 % (a ojo) de alumnos que estudian Latín en bachillerato y luego se van a Periodismo o Traducción y al cabo de un curso no se acuerdan ni de rosa, rosae.
De hecho se me hace muy irónico que se ensalce la capacidad crítica que supuestamente te da el latín, para que luego vayamos repitiendo como papagayos el argumentario que solo sirve para reforzar las creencias de quienes están ya convencidos (sesgo de confirmación).
Total.
Yo no sé si estudiar las declinaciones o leer a Julio César te hace más inteligente, te estructura la mente o te catasteriza en el firmamento.
Lo que sí sé es que aprender latín, si te gusta y te interesa, es algo digno de hacer y en lo que invertir el tiempo.
¡Un saludo!
Paco
P. S. O si simplemente tienes que aprobar un examen y luego olvidarlo todo, que al menos sea sobresalientemente.