Aunque yo me lo pasé fantásticamente bien en mi Erasmus en Tesalónica, sé que había gente que echaba de menos su casa, su familia y sus amigos.
Incluso supe de la historia de uno que se volvió a casa a las pocas semanas.
En la Odisea es recurrente la escena del héroe Odiseo, destructor de Troya, llorando a moco tendido por el regreso a Ítaca.
Hace no mucho estaba yo alojado en un apartamento con una relación calidad-precio ajustada, pero no malo: hasta tenía almohada viscoelástica.
Y, sin embargo, no era mi almohada: no se hundía en la misma medida que la mía, ni se adaptaba a mi cuello y a mi cabeza como la mía. Tampoco estaba allí mi cafetera, y la ducha daba cierto reparo, aunque en ningún momento faltó el agua caliente. La mesa y la silla donde me sentaba a intentar trabajar un poco no invitaban al trabajo.
En fin, que, como todo el mundo sabe, como en casa no se está en ningún sitio.
Afortunadamente, en el siglo XXI podemos hacer más cosas que nunca desde casa…
¡Incluso aprender latín y griego antiguo desde cero!
¡Un saludo!
Paco
P. S. Estoy con la loca empresa de publicar gratis el audiolibro de la Odisea.