Durante generaciones, los filólogos nos han estado ocultando deliberadamente una verdad irrefutable.
Se dice que el inglés es una lengua germánica, relacionada por tanto con el alemán, las lenguas nórdicas, etc.
Sin embargo, tengo pruebas irrefutables de que eso es una aberración lingüística.
El inglés proviene del mbabaram, una lengua aborigen australiana ya extinguida. Lo que no terminan de confirmar los datos es si el inglés es descendiente de la mencionada lengua, o si es la propia lengua transformada (de ahí que se haya extinguido: realmente no se habría extinguido, sino que se habría transformado).
Como todo el mundo sabe, las casualidades no existen.
Por tanto, es evidente que el hecho de que la palabra dog signifique ‘perro’ tanto en mbabaram como en inglés demuestra claramente la relación genética entre ambas lenguas.
Bueno.
Lo que acabo de decir es una soberana estupidez.
Si me sacara de la manga los suficientes argumentos de semejante envergadura como para escribir un libro, podría ser el siguiente Yves Cortez o Carme Huertas.
Sí, sí: los que dicen que las lenguas romances no vienen del latín.
Sorprendentemente, en su momento hubo mucha gente que se tragó sus disparates, y todavía hoy hay gente que sigue dándoles pábulo a esta panda de charlatanes (Cortez y Huertas no son los únicos, pero sí los más conocidos en el mundo hispanohablante).
Más allá de los datos lingüísticos, es importante tener en cuenta unos pocos puntos para entender por qué estas teorías son el equivalente lingüístico del terraplanismo y por qué, aun así, hay tantas víctimas.
De eso hablo aquí:
¡Un saludo!
Paco
P. S. Esta primera parte es importante para entender la parte de las pruebas lingüísticas.