Después de su penosísimo deambular, cuando Odiseo por fin consiguió regresar a Ítaca, no pudo simplemente entrar en su palacio, tumbarse en su cama y dormir plácidamente hasta la hora de la cena.
En lugar de eso, por advertencia de su protectora Atenea, tuvo que hacerse pasar por pordiosero para evitar —una vez más— la perdición, en esta ocasión a causa de los infames pretendientes.
Tan bien disfrazado iba que absolutamente nadie de sus allegados lo reconoció, salvo aquellos a los que el propio Odiseo se revelaba.
Y un perro, que estaba echado, alzó la cabeza y las orejas: era Argos, el can del paciente Ulises, á quien éste criara, aunque luego no se aprovechó del mismo porque tuvo que partir á la sagrada Ilión. […] allí estaba tendido Argos, todo lleno de garrapatas. Al advertir que Ulises se aproximaba, le halagó con la cola y dejó caer ambas orejas, mas ya no pudo salir al encuentro de su amo; y éste, cuando lo vió, enjugóse una lágrima que con facilidad logró ocultar á Eumeo, á quien hizo después esta pregunta:
«¡Eumeo! Es de admirar que este can yazga en el fimo, pues su cuerpo es hermoso; aunque ignoro si, con tal belleza fué ligero para correr ó como los que algunos tienen en su mesa y sólo por gusto los crían sus señores.»
Y tú le respondiste así, porquerizo Eumeo: «Ese can perteneció á un hombre que ha muerto lejos de nosotros. Si fuese tal como era en el cuerpo y en la actividad cuando Ulises lo dejó al irse á Troya, pronto admirarías su ligereza y su vigor: no se le escapaba ninguna fiera que levantase, ni aun en lo más hondo de intrincada selva, porque era sumamente hábil en seguir un rastro. Mas ahora abrúmanle los males á causa de que su amo murió fuera de la patria, y las negligentes mozas no lo cuidan, porque los siervos, así que el amo deja de mandarlos, no quieren trabajar como es debido; que el longividente Júpiter le quita al hombre la mitad de la virtud el mismo día en que cae esclavo.»
Diciendo así, entróse por el cómodo palacio y se fué derecho á la sala, hacia los ilustres pretendientes. Entonces la Parca de la negra muerte se apoderó de Argos, después que tornara á ver á Ulises al vigésimo año.
Traducción de Segalá y Estalella
Odiseo tuvo que andar escondiéndose en su propio palacio porque era un nido de víboras.
En cambio, LINGUOFILOS.com es un sitio seguro donde compartir todas nuestras filolocosas, y precisamente algo a lo que animo desde el principio es a no esconderse, sino a presentarse ante la comunidad.
No es una mera formalidad: que la gente se presente permite que todos nos conozcamos mejor entre todos, y eso ayuda a establecer lazos, que es al fin y al cabo uno de los propósitos de una comunidad de linguófilos.
¡Un saludo!
Paco
P. S. El caso contrario al de Odiseo lo tenemos en Agamenón, que volvió a su hostil palacio a bombo y platillo y acabó con un hacha en la cabeza.