En el momento de escribir esto, tengo varios millones de visualizaciones de mis vídeos de YouTube.
Esto no lo digo para presumir: hay youtubers que publican un vídeo llenando una piscina olímpica de patos de goma y en 24 horas ya han superado lo que yo llevo no sé cuántos años haciendo.
Esto lo digo para poner contexto a lo que quiero comentar.
Uno de los fundamentos de LINGUOFILOS.com es ser una comunidad organizada por mí y que, por tanto, haya un nivel.
No hablo de que sea un contubernio linguomasónico lleno de doctores en filología y políglotas y gente que habla sánscrito de forma fluida.
El nivel no lo da de eso.
Una de las preocupaciones que puede tener cualquiera a la hora de plantearse entrar en una comunidad es algo como… ¿Encajaré yo?
Esta pregunta puede ir por al menos dos lados:
- ¿Y si soy un ignorante y todos saben más que yo?
- ¿Y si resulta que soy el que más sabe y no tengo nada que llevarme?
En el primer caso: estás en el sitio correcto. Por antiintuitivo que pueda parecer, el problema es el contrario: si eres el más mejón en un sitio, estás en el sitio equivocado. Si estás en un sitio donde hay gente que sabe más que tú, estás en el sitio correcto, ya que podrás aprender de ellos.
En el segundo caso, el planteamiento es equivocado: a una comunidad no se viene a llevarse uno cosas, sino a aportar en la medida de las posibilidades de cada uno. Si eres demasiado inteligente y PhD como para compartir tu know how y savoir faire, bien por ti, pero la actitud no es la apropiada.
Ahora bien…
Entiendo que haya gente fogueada a la que no le apetezca hablar por undécimo año consecutivo de la canción «Qué difícil es hablar el español».
De los varios millones de visualizaciones que tengo en YouTube, más del 10 % son de un único vídeo: la primera clase del curso de latín; de los cientos de comentarios que tiene ese vídeo, un buen porcentaje será haciendo el mismo comentario memo del tipo yo quiero aprender latín para conjurar demonios. (Otro porcentaje importante son los que pretenden que les hagan los deberes o les traduzcan una frase para un tatuaje).
Creo que entiendes por dónde voy.
No me las quiero dar de gurú ni nada de eso, pero el hecho de que la comunidad esté organizada por mí garantiza que quien se mete ahí me conoce a mí y sabe cuál es mi punto de vista de las cosas.
Que voy a alentar el ambiente sano y la participación productiva.
Que no voy a dejar crecer las malas hierbas de las que los comentarios de YouTube y los grupos de Facebook están llenas, lo que hace que alguna flor que pueda crecer ocasionalmente acabe pasando desapercibida y comida por los hierbajos.
¿Habrá gente que piense que todo esto es de alguna forma clasista? Puede ser.
¿Hay algo intrínsecamente pravo en poner comentarios memos, compartir una vez más el vídeo «Qué difícil es hablar el español» o enzarzarse a discutir con el perro del vecino porque se dice «castellano», no «español» o viceberza? Supongo que no.
Pero andar en un sitio donde eso es el pan cotidiano es de todo menos enriquecedor.
Yo no quiero perder mi tiempo ahí, y supongo que tú tampoco.
Por eso mi esfuerzo en LINGUOFILOS.com.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Como decía el anuncio: ¿cueces o enriqueces?