En la serie Fringe muchos episodios parten de una premisa similar: de repente muere una o varias personas en extrañas y paranormales circunstancias.
Entonces la agente del FBI Olivia Dunham, con la ayuda del científico loco Walter Bishop y su hijo Peter Bishop, han de encontrar la raíz del problema y ponerle solución.
El otro día pasó algo en mi vida que podría haber sido un episodio de Fringe: sin razón aparente, murieron varios filólogos simultáneamente y en diversas partes del globo terráqueo.
En esta ocasión, la causa estaba justo ante mis narices.
No tuvieron que venir ni Olivia, ni Walter, ni Peter: Paco.
Y es que el otro día fui a un evento social con mi mujer, que, como probablemente sepas a estas alturas, es polaca.
Es frecuente que en estas situaciones la gente haga el mismo tipo de preguntas y comentarios, incluyendo que cómo le va con el español, que si entiende bien, que pues hablas muy bien, etc.
Bueno.
Además de todo eso, el otro día tuvieron lugar diversas aseveraciones absolutamente locas.
Que es que los andaluces «hablamos muy mal» (dicho por andaluces).
Que el español es la segunda lengua más difícil.
Que la mayoría de las palabras del español vienen del árabe porque estuvieron muchos siglos en la península.
Que el español tiene muchas irregularidades por todas las mezclas con el árabe, el fenicio, el cartaginés…
Esto lo decía la gente sin despeinarse, sin atisbo de dudas y, a todo esto, sabiendo que yo soy profesor de latín y griego (versión rápida y para todos los públicos de «a qué me dedico») y por tanto habría que presuponérseme algún conocimiento fiable sobre la materia.
Y sin embargo la gente decía sin reparo todo este tipo de barbaridades.
Llámalo efecto Dunning-Kruger o lo que sea.
La cosa es que la gente normal (no yo ni tú, que estás en este boletín) cree estas cosas que le escucharon a alguien con un palillo en la boca.
Y luego esto se va difundiendo y la gente dice las cosas que dice.
Ayúdame a difundir la razón: comparte el boletín con tus allegados.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Afortunadamente ningún filólogo murió aquella tarde (al menos a causa del evento): permítaseme el tropo.