El que está empezando con el latín, sabe que el latín tiene casos y el español no: rosa, rosam, rosae, rosas, rosarum, rosis…
El que sabe algo más de latín, se da cuenta de que en español sí perviven restos de los casos en los pronombres personales: yo, mí, me, conmigo…
Y ya luego, solo para gente como tú, gente que se apunta a boletines como este, está la reflexión: ¿de verdad perviven los casos en español?
Como decía: sí, pero no.
Sí es verdad que «yo» procede de EGO (nominativo); «mí», de MIHI (dativo); «me», de ME (acusativo); «conmigo» de MECUM (ablativo + posposición).
Ahora viene el pero no.
La distribución de los pronombres españoles no se corresponde con la de los originales latinos, o al menos solo parcialmente. Por ejemplo, «mí» y «me», a pesar de su claro origen latino y sus claras funciones sintácticas, pueden ser en español tanto objeto directo como indirecto.
O sea, que la cosa no cuadra tanto como parece inicialmente.
Lo explico en este vídeo.
¡Un saludo!
Paco
P. S. El vídeo lo hice a raíz de este artículo: «Evolución del español medieval desde el latín».