Puede que este correo se considere políticamente incorrecto.
Yo profeso admiración por la gente que trabaja en la Fundéu, pero creo que el otro día cometieron un error.
No porque se equivocaran en alguna recomendación o porque cometieran alguna falta ortográfica, sino porque compartieron —lo que supongo que es— una nota de prensa desafortunada, en mi filológica opinión.
No voy a poner enlace, pero se puede encontrar con cualquier buscador con el título ¿Por qué un «coñazo» es aburrido y «cojonudo» algo buenísimo?
Y continúa: ¿Por qué zorro en sentido figurado significa ‘astuto’ y zorra, ‘puta’? Son preguntas que plantea Diccionaria, un libro que reúne esas palabras integradas en el lenguaje cotidiano que cobran un sentido peyorativo en femenino.
Fortasse requiris…
Pero, Paco, qué pereza. Eso lleva repitiéndose por los phoroz de internet desde los tiempos de Maricastaña.
A ver, sí.
Bollero/a, conejo/a, jamón/a, sargento/a, lagarto/a son algunas de las cerca de 150 palabras que los publicistas Xavier Gimeno y Fernando Alcázar y la periodista y escritora Ana Martín han incluido en un volumen […].
Que conste que yo defiendo que no hay que ser filólogo para hablar de cosas filológicas, pero no filólogos tenían que ser.
Sinceramente, casi tan pseudolingüístico me parece este tipo de discurso como el de Carme Huertas o Yves Cortez.
Imagínate: ¿Por qué «pasárselo teta» es bueno, y «ser un carapolla» es malo?
Con cherry picking se llega a cualquier lado (menos a la verdad).
Sobre el tema de las falacias nunca viene mal repasar.
¡Un saludo!
Paco
P. S. —Pero, Paco, sí que es verdad que hay más casos como los que comenta el libro que como tu ejemplo paródico. —Puede que sí, puede que no: habría que hacer un estudio serio al respecto, cosa que —estoy bastante seguro— no han hecho los autores. Y como siempre: la lengua no es machista, sino quienes la usan de forma machista.