A raíz del correo de la superabuela, recibí un par de correos de sendas otras superabuelas.
(¡¿Dónde están los superabuelos?!).
Lamentablemente, a veces también me llegan correos de abuelos y abuelas que se rinden: que son muy mayores, que ya no tienen la cabeza para esas cosas…
Estos últimos mensajes normalmente me llegaban como respuesta al correo automático que recibía quien se apuntaba al minicurso gratuito de latín desde cero, justo el correo en el que, tras haber hecho las clases gratuitas, vendo el curso completo con chorrocientas horas de magníficos contenidos.
El otro día un chico me escribía en YouTube (pego literal):
Una duda yo tengo 14 años y quiero aprender el Latín me lo recomiendas que lo aprenda
Mi respuesta fue esta:
No creo que importe cuántos años tienes. Si tienes ganas de aprender, ya tienes lo más importante que necesitas.
Como vemos, una vez más, los extremos se tocan. Alguien cree no ser lo suficientemente mayor y otros creen ser demasiado mayores.
Tal y como le dije a este muchacho, lo más importante para aprender son las ganas.
Ya sé que planteo la cosa de forma algo maniquea y que las capacidades cognitivas efectivamente van cambiando a lo largo de la vida de la gente.
En los másteres de enseñanza dan cierta murga con la cuestión de la importancia de la motivación: la intrínseca (porque quiero) y la extrínseca (porque debo).
La ideal, claro, es la intrínseca, pero a veces uno tiene que conformarse con la extrínseca.
Puede que tu motivación sea intrínseca, o extrínseca, o inexistente, o por descubrir.
O puede que tu motivación sea transferible: para tu prole, en edad de aprender, o para tus progenitores, en edad de no desaprender, o para una persona a la que tienes en gran estima.
En los primeros casos, prueba y mira a ver cuál es tu motivación con el minicurso gratuito.
En los segundos, un cursazo de latín es un regalazo y detallazo.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Francisco Rodríguez Adrados, académico de la RAE y de la RAH, murió a los 98 años, bastante activo intelectualmente.