Un conflicto que tengo respecto a series y películas es con la típica escena de cuando una parejita se muda a su primer pisito juntos.
No falta la secuencia en la que, hartándose de reír y de gozarlo, pintan las paredes y, de tanto que disfrutan, también juguetean con los rulos y se pintan el uno al otro la cara y se salpican pintura y luego hacen el amor en la manta llena de goterones.
Eso no es así.
Cuando uno decide pintar el piso en lugar de contratar a un profesional ha de ser miserable no ya hasta el último segundo en que se sujeta el rulo, sino incluso días después por los dolores de espalda y cuello.
Cuando uno busca en internet cosas como cómo pintar las paredes, consejos para pintar las paredes, etc., suele encontrar que no solo hay que pintar, sino que previamente uno debería lavar las paredes con esponja, agua y jabón (aun cuando eso es una cosa que ni los pintores profesionales hacen, según dichas webs).
Al principio de mi relación con mi mujer salió el tema del café: cafeteras, granos, etc.
Si uno busca en internet, las webs que recomiendan productos relacionados (y se llevan comisión si compras a través de sus enlaces) te dirán que el café hay que comprarlo en grano.
Y que hay que ir moliéndolo poco a poco, al momento de preparar ese café que te vas a beber.
Y que por supuesto hay que molerlo no con un molinillo automático, que lo que hace es más picar que moler: hay que molerlo con un molinillo de muelas (porque literalmente las muelas muelen, duh).
Y que si eres un mortal cualquiera, el molinillo de muelas ha de ser manual porque automático cuesta más que el café que te vas a beber en un año.
Y entonces cuando estás motivadísimo y te compras tu molinillo de muelas manual, te preparas tu primer café, en lo que echas diez minutos, y te lo bebes en dos.
Y cuando por fin aceptas que no aceptas el ritual para cada café, y menos recién levantado cuando aún no eres persona, te compras un molinillo automático de diez euros.
Y a los pocos meses, cuando se te estropea el molinillo, empiezas a comprar café ya molido.
Y sabe igual que el café que compras en grano y mueles con tu molinillo de muelas manual durante diez minutos cada taza.
Es muy fácil caer en la sobremotivación: no me sé ni la primera declinación, pero quiero leer a Cicerón y a Platón en original, y comentar sus obras en latín y en griego con gente tan motivada como yo, así que voy a buscar el mejor método del mundo mundial para ello, aunque sea a varios miles de euros el mes de clases.
No digo que eso esté mal: simplemente, es poco realista.
Mi consejo es que si te interesa aprender latín y/o griego empieces ya, ahora, y ya se irá viendo si acabarás siendo trilingüe.
¡Un saludo!
Paco
P. S. El primer módulo de cada curso es gratis, para que pruebes sin compromiso.