Es relativamente famosa la historia de que el padre de Ovidio no quería que fuera poeta: que se dejara de memeces y se metiera a abogado, que ahí estaba el dinero.
Otro padre que no creía en los sueños de su hijo.
Son relativamente famosos también los versos en los que habla de ello (traducción de Wikipedia):
A menudo mi padre me decía: «¿Por qué te aplicas a un estudio inútil? El mismo meónida [Homero] no dejó fortuna». / Instigado por sus palabras, dejé enteramente el Helicón / probando a escribir palabras libres de ritmo. / Pero espontáneamente se formaba un canto en adecuados metros / y cuanto intentaba decir era verso.
Básicamente lo que dice Ovidio es que él tenía la poesía y el ritmo tan en la sangre que le era imposible escribir y que no le salieran sponte sua versos.
Ya sería menos, lógicamente.
Ni él hablaría en hexámetros dactílicos ni Shakespeare hablaría como escribía, y mucho menos Góngora.
¿Sería Ovidio un mentiroso compulsivo? ¿Estaría tratando de impresionar a sus puellae con su labia? ¿Por qué diría una cosa que no era cierta?
Como decían Lakoff y Johnson, la vida cotidiana está llena de metáforas. Y añado: también de exageraciones o exageradas o por licencia.
Las personas no somos robots, no somos autómatas, no somos el traductor de Google, y por eso debemos ser capaces de entender metáforas y otros recursos estilísticos.
Si somos muy parvos o muy torticeros o muy linguoplanistas podemos coger una cita como la de este correo y sacar una interpretación absolutamente absurda.
Por ejemplo, el epitafio del poeta Nevio decía:
se han olvidado en Roma de hablar la lengua latina
Entonces cierto linguoplanista afirma que ese verso —fuera de contexto y entendido literalmente— demuestra que el latín ya no lo hablaban ni los romanos después de la muerte de Nevio (siglo III a. C.).
A partir de ahí, ancha es Castilla: las lenguas romances no vienen del latín.
Bueno.
De la sarta de disparates de este señor, lamentablemente creída por muchos, hablo en este artículo (con vídeos).
¡Un saludo!
Paco
P. S. Sorprendentemente, ese verso demostraría que el latín ya no se hablaba a la muerte de Nevio (siglo III a. C.). Sin embargo, el autor dice que fue en el siglo I a. C. ¡No le busques la lógica!