El otro día me escribió una señora de 75 años.
Tal cosa no es tan rara: son bastantes las personas jubiladas que llegan a mis contenidos para distraer su tiempo y ejercitar su mente.
Cuando esta señora era joven, el latín era materia obligatoria. A esta señora le gustaba y sacaba buenas notas.
Entiendo que, desde que finalizó su educación, no tuvo más necesidad de estudiar ni usar el latín, por lo que la mayor parte de su vida esos conocimientos se habrán quedado en algún cajón de su memoria.
Aunque el latín ya no es obligatorio, afortunadamente aún se puede estudiar si uno lo desea o, cuando menos, le supone el menor de los males.
Para la nieta de esta señora, el latín parece ser el menor de los males, pero tampoco le hace gracia.
Esta señora me escribe para decirme que está haciendo el minicurso de latín desde cero. Se lo ha contado a su nieta y, parece ser, esta se ha motivado.
La verdad es que me haría muy feliz si, de aquí a unos meses, me escribiera para decirme que abuela y nieta han estado estudiando conjuntamente gracias a mi curso, que la niña finalmente ha reconocido las bondades del latín y que ha sacado fantásticas notas.
Quizá tú seas abuela, o nieta, o hija, o abuelo, nieto o hijo.
Además de cocinar, ir de pesca o hacer manualidades juntos… ¡igual os gustaría estudiar latín juntos!
Podéis probar gratis con el minicurso de latín desde cero.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Si no puede ser por mero divertimento, quizá sea bueno, al menos, para motivar a ese hijo o nieto que remolonea con el latín.