Hace poco estuve pasando unos días de vacaciones, cosa reseñabilísima para un autónomo.
Y en varios días seguidos sin tocar un ordenador me dio por pensar en la ley de rendimientos decrecientes y su relación con la batalla de las Termópilas.
En la famosa batalla de las Termópilas —cuenta la historia-leyenda— trescientos espartanos contuvieron a —según Heródoto— más de dos millones de soldados persas.
Por muy buenos que fueran los espartanos en batalla, la ratio sale a 1 espartano por cada 6666 persas, y eso es simple y llanamente imposible.
Pero aceptemos barco y creámonos incluso que hubiera sido algo como 1 espartano por cada 1000 persas.
Como todo el mundo sabe, la gracia de la batalla estuvo en que el paso de las Termópilas era tan estrecho que los miles de persas no podían luchar simultáneamente, sino que tenían que hacer cola para ir estampándose contra las lanzas espartanas.
En economía, la ley de rendimientos decrecientes es «la disminución del ingreso marginal de la producción a medida que se añade un factor productivo, manteniendo los otros constantes» (Wikipedia).
Yo tampoco soy 100tifiko, así que tranquilidad.
Traducción para lo nuestro: a los persas les daba prácticamente igual tener 10 000 o 100 000 o 1 000 000 soldados, porque si una fila de soldados estaba limitada por el terreno a —vamos a decir— 100 soldados, todos los demás tenían que ir esperando a que los primeros murieran para poder luchar.
O sea: habría habido prácticamente cero diferencia entre un ejército persa de 10 000 o de 100 000 o de 1 000 000, porque no podían usar el número para aplastar a los espartanos.
Esta ley es también la razón por la que llega un momento en que no aporta ningún valor diferencial tener un billón de euros en lugar de «solo» mil millones: a partir de unos cuantos milloncejos, los que vienen después son solo números en el banco porque todo lo que querías/tenías que hacer con el dinero ya lo podías hacer con «solo» mil.
—Pero, Paco, siempre es mejor que sobre que no que falte, ¿no?
No siempre.
Si a partir del persa —digamos— 5000, los siguientes 1 995 000 eran irrelevantes para la batalla, de hecho eran un auténtico dolor en cuanto que eran bocas improductivas pero que había que alimentar como a las demás.
Una ruina.
Entonces, este correo no viene a cuento de que yo haya sobrepasado los mil millones de euros y ya no quiera/tenga que ganar más dinero.
Pero sí tiene que ver con la ley de rendimientos decrecientes.
Porque después de más de 300 correos, cada correo sucesivo añade muy pocas probabilidades de que alguien compre. (Y que la gente compre mis cosas es la misión fundamental de este boletín, que no se olvide).
Y sin embargo a mí cada correo a partir del 300 me lleva el mismo trabajo/tiempo que cada uno de los 100 primeros, probablemente los que me consiguen más ventas.
Correo bastante largo ya, así que voy con las conclusiones.
Una: a partir de ahora enviaré un correo cada tres días (uno sí, dos no), sin contar las temporadas de extensión variable que pueda estar de vacaciones / no inspirado / a otras cosas.
Dos: histori(et)as de griegos y romanos, en mi(s) pódcast.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Según Wikipedia, «los trescientos espartanos» fueron realmente: 300 espartanos, 700 tespios, 2120 arcadios, 1000 locrios opuntios, 400 tebanos, 400 corintios, 200 hombres de Fliunte, 80 micenos, 1000 hoplitas focenses.