Ya he contado anteriormente, muy resumida, mi primera experiencia laboral en Polonia.
Al finalizar la entrevista exitosamente con la directora, hablé con la jefa de estudios.
No sé si sería por el prejuicio —justificadísimo— de ser yo español o porque se lo decía a todo el mundo:
Si las clases empiezan, por ejemplo a las 18:00, no puedes llegar al aula a las 18:00: tienes que llegar al menos cinco minutos antes y asegurarte de que todo está en orden para que la clase empiece puntualmente a las 18:00. Y si la clase termina a las 19:30, la clase termina a las 19:30; no a las 19:20 ni a las 19:28: a las 19:30. Los alumnos han pagado por clases de 90 minutos, y eso es lo que debes darles.
Yo siempre he sido puntual tanto para entrar como para salir, y el aviso me pareció totalmente razonable.
De vez en cuando hay gente que me escribe preguntando por mi descontento con la universidad.
De esto podría escribir un boletín diario aparte, pero ahora me centraré en el tema de hoy.
La última vez que estuve apuntado a la suscripción universitaria, el horario decía que las clases duraban 80 minutos o, lo que es lo mismo, 1 hora y 20 minutos, con 10 minutos entre clase y clase.
Realmente era mucho menos, y no una cosa puntual ni de un profesor o dos, sino que era la norma de la mayoría de ellos (y ellas). Con sus honrosas excepciones, sí.
Pongamos: la clase empieza, según el horario, a las 16:00.
El profesor llega al aula a las 16:10 y no se disculpa por su retraso porque esos diez minutitos son de cortesía y están sumamente arraigados en el sistema: se dan por supuestos. Organiza su mesa, sus materiales, enciende el ordenador, el proyector, etc.
Suponiendo que no hay problemas informáticos, nada infrecuentes en dispositivos que toquetean decenas de personas —algunas analfabetas digitales pese a sus doctorados y cursos de adaptación por los que reciben puntos para obtener promociones— y a los que no se les hace mantenimiento ninguno, a las 16:15 está en disposición de empezar, pero aún tiene que firmar, en papel y/o electrónicamente, su propia asistencia. Además tiene que descargar de la nube de la universidad la presentación que va a usar, porque usar un pen es muy 2005.
A las 16:20, ahora sí, está todo listo.
¿Alguien tiene preguntas? ¿Sí? ¿No? Si no me decís nada, no puedo saber: no os puedo leer la mente. Hablad conmigo.
Aceptemos, aun así, que la clase realmente empieza, por fin, a las 16:22.
Cada maestrillo tiene su librillo y la clase será más o menos interesante, más o menos eficaz, más o menos en tempo.
La clase termina, según el horario, a las 17:20, pero son las 17:10 y ya se han acabado las diapositivas para hoy.
¿Alguna pregunta? ¿No? Pues nos vemos.
Por supuesto, hay algo de caricatura en lo que acabo de narrar.
Pero tampoco demasiado.
De una clase de 80 minutos, 30 minutos pueden ser perdidos perfectamente. No un día, sino cada día, cada clase. El 37,5 % del tiempo de clase: más de la tercera parte.
Y luego, por supuesto, si quieres venir a tutoría, pide cita, que si veo que nadie ha cogido cita, ni aparezco.
Ya: ya sé que no todo en la universidad (o donde toque) funciona así. Ya sé que tú no eres así. Ya sé que mi padre, cuando era profesor en la universidad, no era así. Ya sé todo eso.
Pero sí sé, de muchos años que he pasado en la universidad, que, en general, sí es así. Solo estoy hablando de la puntualidad.
Por supuesto que no es lo mismo, porque es que simplemente no puede ser lo mismo, pero los cursos asíncronos tienen una gran ventaja: empiezas a reproducir el vídeo cuando tú quieres y lo dejas cuando tú quieres.
En los últimos tiempos hay cierto haterismo hacia la formación asíncrona por internet.
Y, sin embargo, no es infrecuente la gente que me escribe dándome las gracias, porque con mis recursos entienden tal y cual, mientras que en la clase presencial, con los manuales, con las tutorías, no.
¿Ya has visto todo lo que tengo en AcademiaLatin.com, para algunos locos mejor que la universidad?
¡Un saludo!
Paco
P. S. Como ya sabes: obtendrás conocimiento, mas no diplomas. Eso sí: el tiempo no lo vas a perder entre clase y clase.