A poco que sigas a algún influencer, youtuber o lo que sea, es probable que te hayas topado con alguno de sus testimonios sobre su infancia en el sistema educativo.
Por ejemplo, el músico-youtuber Jaime Altozano tiene un vídeo titulado «Mi horrible experiencia en el sistema educativo».
Y esa es la tónica general de ese tipo de testimonios: niños traumatizados por su experiencia escolar.
El otro día acabé en el (nada hiperbolesco) testimonio de una madre con un niño con altas capacidades:
Desde el cole me seguían mandando material repetitivo, fichas, más fichas… Estas fichas del siglo XIX para un niño con altas capacidades es como si a un alérgico al huevo le das huevo. Este sistema le provoca crisis de ansiedad, nerviosas, desmotivación, pesadillas, ganas de tirarse al suelo, de gritar, de autolesionarse… Hablamos de una situación grave. Mi hijo con 7-8 años pidió morir durante un curso entero, y ahora lo vuelve a pedir.
No hace mucho, hablé del sesgo del superviviente: si tanta gente tan lista habla de esa forma sobre su periodo en la escuela, ¿será que todos los que han acabado triunfando sufrieron en su momento cosas parecidas? (Etcétera).
A ver.
Yo he criticado mucho muchas cosas de mi experiencia principalmente universitaria.
Estoy convencido de que hay muchas cosas que mejorar y de que la mayoría no las habrán de ver mis ojos.
Simplemente, el sistema es demasiado inmenso y enorme y monstruoso y frankensteinosamente sinuoso como para que pueda enmendarse sin rehacerlo desde los cimientos, y los políticos están a otras cosas.
…
Una vez, mi maestra les dijo a mis padres que consideraran enviarme a uno de esos colegios de caché para niños de pedigrí, porque las actividades de clase las terminaba al momento y podía hacer mejor uso de mi tiempo y mis (presuntas) capacidades.
Yo no recuerdo pedir morir a nadie, sino más bien al contrario: con el tiempo libre que tenía en clase me ponía a dibujar o a inventar cualquier cosa, o la maestra me mandaba a ir a por fotocopias o cualquier otro recado que me permitía estirar las piernas, beber agua o ir al servicio a deshoras.
No sé qué habría sido de mí si mis padres me hubieran enviado a uno de esos sitios. (Probablemente habría acabado siendo el más tonto entre los listos).
Me recuerda (aunque desde otro ángulo) a aquello que le decía el difunto Aquiles a Odiseo (traducción de Segalá y Estalella):
No intentes consolarme de la muerte, esclarecido Ulises: preferiría ser labrador y servir á otro, á un hombre indigente que tuviera pocos recursos para mantenerse, á reinar sobre todos los muertos.
Quizá ahora estaría de alto ejecutivo en una multinacional.
Pero en lugar de eso me dedico a publicar cosas de filología, lingüística, el mundo clásico, etc.
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¡Un saludo!
Paco
P. S. Por cierto, ese fragmento de la Odisea lo comento en el de literatura griega.