El otro día estaba escuchando un pódcast y en él hablaron del «contrato de Ulises».
Me pareció especialmente interesante, porque nada tenía que ver el pódcast con cosas de filolocos ni griegos.
Como todo el mundo sabe, una de las labores que tuvo que superar Odiseo-Ulises fue la del canto de las sirenas.
Unos horrorosos bichos cantaban melifluamente para atraer a los marineros que pasaban por las proximidades. Básicamente los hipnotizaban con su canto y la nave acababa despanzurrada contra los peñascos.
Tò télos.
Odiseo, curioso como era, quería oír los famosos cantos de sirena, pero a la vez, lógicamente, no caer en la trampa.
De aquí viene el llamado contrato de Ulises.
Dijo a sus compañeros: atadme al mástil de la nave y, por mucho que lo pida, implore, patalee, lloriquee… no me soltéis hasta que hayamos pasado; antes bien: cuanto más lo pida, más nudos echad.
Por supuesto, los compañeros se taparon los oídos con cera para no caer ellos mismos en el encantamiento.
O sea, que el contrato de Ulises es hacer una especie de contrato, incluso con uno mismo, para comprometerse a algo que de otra forma no haría, pospondría, acabaría cayendo en la tentación…
De vez en cuando recibo comentarios del tipo: ¡No sé de dónde sacas tiempo para hacer tantas cosas!
Por supuesto, la cuestión es mucho más compleja de lo que puedo detallar aquí, pero en buena parte es gracias a diversos contratos de Ulises.
El primero de cada día es el siguiente: tras el desayuno, lo primero que hago al sentarme en el escritorio no es mirar el correo, ni las redes sociales, ni siquiera ponerme a trabajar.
Ya sé que tengo que trabajar… Eso no va a quedarse sin hacer.
Lo que sí corre riesgo constante, cual espada de Damocles, de quedarse sin hacer es estudiar idiomas.
Entonces, lo primero al sentarme es los 45 minutos de estudiar idiomas (polaco, griego moderno, portugués y lo que surja).
Eso es lo primero, porque sé que, si lo dejo para lo último, no dependiendo mi vida ni la de nadie de ello, es probable que acabe no haciéndolo.
¿Añades un poco de latín y griego a tu contrato de Ulises?
¡Un saludo!
Paco
P. S. Ya sé que mucha gente no puede permitirse, por sus horarios, echar sus primeros 45 minutos en cosas no necesarias (¡que no es lo mismo que innecesarias!). Cada uno tiene que personalizar su propio contrato según sus circunstancias.