En la proverbial batalla de san Quintín (la de se armó la de san Quintín) hubo, entre ambos bandos, unos 75 000 hombres enfrentados.
Para ponerlo en perspectiva…
En una batalla tan sumamente decisiva para la historia universal como la de Hastings (cuando Guillermo el Conquistador invadió Inglaterra) intervinieron —según Wikipedia— entre 13 000 y 25 000 hombres.
En la batalla de Guadalete, según Collins-Wikipedia, hubo menos de 5000 soldados.
Si nos vamos a la Antigüedad…
La batalla de Gaugamela enfrentó a 47 000 macedonios contra 250 000 persas (a saber).
En tiempos de Julio César, una legión tenía prototípicamente unos 5000 legionarios, a lo que había que añadirle más o menos el mismo número de soldados auxiliares cuando había vacas gordas.
O sea, que una legión al completo podía superar los 10 000 soldados, aunque para la batalla de Alesia (la de la rendición de Vercingétorix) el desgaste había hecho que quedaran solo unos 3600 hombres por legión.
Aun así, se juntaron —según estimaciones modernas— unos 250 000 hombres entre romanos y galos.
A mí me habría dado muchísima pereza ser Alejandro Magno o Julio César.
Los humanos tienen la manía de comer varias veces al día. Imagínate dar de comer tres veces al día a 50 000 u 80 000 hombres durante meses.
La cantidad de mulas y muleros que harían falta en la retaguardia sería casi más grande que el propio ejército.
Si ya me da una pereza terrible hacer y recolectar las facturas cada mes, no me quiero imaginar cómo debía de ser manejar esa ingente cantidad de recursos cuando no había ni calculadoras.
Sí es verdad que aún el tema de la contabilidad de un autónomo es tan ¿deliberadamente? enrevesado que tengo que pagar una gestoría cada mes.
También es verdad que, por el contrario, otras cosas se han simplificado enormemente.
Por ejemplo, no tienes que ser bizantino ni monje para saber griego o latín. Ni siquiera tienes que pagarle en negro 10 euros la hora a un estudiante y quedar en una cafetería o en el parque o en la sala de estudio.
Desde tu casa, cuando y cuanto quieras cada día. Ni siquiera tienes que ponerte los pantalones.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Sí, ya estamos en el siglo XXI.