La relación de los antiguos con los dioses no era tan desinteresada como lo es actualmente, sino que era do ut des, o sea, «doy para que des».
Vaya, que hoy te doy yo con la esperanza de que mañana me des tú.
Un intercambio comercial.
Y a menudo el mortal tenía que reclamar su compensación, ritual que solía comenzar recordando los hechos pasados en beneficio de la divinidad con una serie de fórmulas, como vemos al principio de la Ilíada (traducción de Luis Segalá y Estalella):
Dirigía muchos ruegos al soberano Apolo, hijo de Latona, la de hermosa cabellera:
«¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges á Crisa y á la divina Cila, é imperas en Ténedos poderosamente! ¡Oh Esmintio! Si alguna vez adorné tu gracioso templo ó quemé en tu honor pingües muslos de toros ó de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!»
Bueno.
Esto habrá mucha gente que no se lo crea, y no les culpo: en internet hay mucho farol y mucho «el otro día me escribió alguien y me dijo que…» que es 100 % ficticio.
Luego hay gente que de verdad se atiene a la realidad y solo escribe esas introducciones cuando realmente alguien les escribió y les dijo.
Pues el otro día me escribió una lectora del boletín y me preguntó cómo podía contribuir monetariamente.
Solo eso.
No quería darme dinero a cambio de tal o cual curso o lo que sea (compraventa, de toda la vida): simplemente quería darme dinero a cambio de nada, en agradecimiento a lo que le aporto por medio de mis contenidos gratuitos, incluyendo el propio boletín.
Lo que quizá menos gente se crea aún es que no es un caso aislado.
Hasta hace relativamente poco, la función de darme dinero a cambio de nada la cumplía el mecenazgo a delcastellano.com, pero lo cerré por cuestiones que ya comenté no hace mucho.
Las malas noticias son que no acepto donativos (entiéndanse transferencias bancarias, envíos a PayPal y esas cosas). Ojo, que no es por considerarme demasiado sublime como para aceptar limosnas.
Las buenas noticias son que ahora tengo una pequeña lista con formas de darme las gracias más allá de escribirme con la palabra «gracias». Por si alguna vez te lo habías planteado pero te daba pereza, vergüenza o reparo escribirme preguntando.
¡Un saludo!
Paco
P. S. ¡Gracias a ti!