Yo canté en el coro de la universidad durante varios años.
Bastante poca gente sabe que en el tubo guardatítulos también tengo un título de violinista profesional. (Esto no quiero decir que yo sea violinista profesional. Quiere decir que hay un papel que dice que lo soy. Son cosas bastante diferentes).
Mi voz no es especialmente esplendorosa, pero en un coro de decenas de personas se cotiza más el afinar que el destacar.
Una de estas veces, el coro preparó el Requiem de Verdi (muy recomendado) porque, junto con el coro de la Universidad de Leipzig, íbamos a cantarlo para alguna ocasión en esta ciudad alemana.
Pasamos allí varias noches, en las que nos alojamos en una especie de hotel-residencia de estudiantes que tenía su propio bar.
En Alemania uno tiene que beber cerveza, a poder ser en una de estas jarras grandotas y resultonas que se ven en la Oktoberfest.
En el bar del hotel-residencia servían la cerveza en tales jarras. Ya la primera noche hicimos uso del servicio.
A la noche siguiente, el director del coro español, en su papel de guardián y responsable de sus integrantes, tuvo que venir a avisarnos-regañarnos como si tuviéramos 5 años:
Se han quejado de que faltan muchas jarras de cerveza. Me han dicho que, por favor, las devolváis. No hace falta que confeséis ni que lo hagáis públicamente. Simplemente dejadlas disimuladamente en algún sitio donde las puedan recoger.
Por supuesto, amparados en el anonimato de un mismo crimen perpetrado por muchos, me imagino que fueron pocos los que devolvieron las jarras hurtadas, que volarían a Sevilla.
Picaresca española en estado puro.
Bueno.
Cuando te apuntaste a este boletín, lo hiciste sabiendo que no había regalo de bienvenida.
Sin embargo, esa es la práctica común: ofrecer una especie de soborno, un pdf de escaso valor, para animar a que la gente se apunte a un boletín y luego enviar boletines aburridos intentando vender lo que cada uno venda.
Por supuesto, uno siempre puede apuntarse, acceder al pdf y acto seguido borrarse del boletín.
Hay algo de picaresca aquí también.
Es como el que entra en el pub a beberse el chupito gratis que te ha ofrecido el relaciones e irse acto seguido.
Por supuesto, uno está en su derecho.
Bueno.
No hay semana en que no elimine de mi lista a personas que se han apuntado a este boletín y se han desuscrito inmediatamente (????).
En su momento, no había día en que no eliminara de la lista a personas que se apuntaban al minicurso de latín, se bajaban el pdf y acto seguido se desuscribían.
Por supuesto, cada uno está en su derecho de hacer lo que le venga en gana con su correspondencia.
Puedes apuntarte, bajarte el pdf y desuscribirte.
Sin embargo, el que no se desuscribía recibía guía, motivación y recordatorios: hoy toca la introducción al latín, hoy toca la primera declinación, hoy toca empezar a traducir, etc.
Digo yo que quien se apunta a un minicurso de latín es porque quiere iniciarse en el aprendizaje del latín.
(Aun así, también borraba todos los días a personas que llevaban apuntadas al minicurso dos semanas y ni siquiera se han molestado en bajarse el pdf. ¡Para que luego hablen de absentismo y de fracaso escolar en la enseñanza obligatoria!).
Por supuesto, cuando terminaban los contenidos del minicurso (gratuito), empezaban los correos en los que intentaba vender el curso completo. Para este sí hay que desembolsar.
Te he dado el taquito de queso para que lo pruebes. El taquito es gratis. Sé que es queso bueno y que, si no lo tiras al suelo, vas a disfrutar esta pequeña degustación. Pero claro, la cuña de 2 kg ya sí hay que pagarla.
(Y ya para ir terminando, un recordatorio-consejo no solicitado: el que no sepa que tras cualquier minicurso o boletín hay un motivo comercial… que se baje de internet).
Seas de España o no, hayas leído el Lazarillo o no, practiques la picaresca o no, si has llegado hasta aquí es probable que te interese mi minicurso de latín.
¡Un saludo!
Paco
P. S. El minicurso es gratis, pero luego te voy a intentar vender el curso completo.
P. P. S. Si te has fijado, había mucho verbo en pasado respecto al minicurso. Antes había más mandanga; ¡ahora es mejor aún!