Al acabar la guerra, los griegos pusieron rumbo a casa, pero al poco surgió una tempestad de tal magnitud que las naves se dispersaron.
El navío en el que iba Odiseo fue arrojado hacia el sur, de modo que llegó a la costa de Libia.
Tras echar el ancla, Odiseo ordenó a algunos de sus hombres que exploraran el desconocido territorio al que habían llegado y trajeran agua para beber.
Mientras buscaban algún manantial, se encontraron con algunos habitantes del lugar, que los recibieron muy hospitalariamente y les dieron de comer.
La mayor parte de la comida de estos hombres era un fruto misterioso, el loto. Cuando los griegos lo probaron, se olvidaron de su patria y de los restantes compañeros y se convencieron de que preferían quedarse allí para alimentarse por siempre de aquella comida maravillosa.
Tras esperar bastantes horas, Odiseo temía ya que algo malo les hubiera ocurrido a sus hombres, por lo que envió a algunos de los que se habían quedado con él para que investigaran.
Estos encontraron pronto una aldea cerca de donde estaba el barco, y allí vieron a sus compañeros, que actuaban como si estuvieran borrachos.
Tras entablar conversación unos compañeros con otros, los sobrios intentaban convencer a los otros de que volvieran con ellos al barco. Sin embargo, se resistían e incluso llegaron a las manos, gritando todo el rato que no tenían intención de ir a ninguna parte.
Así las cosas, volvieron ante Odiseo, al que informaron de la situación. El propio rey, junto a todos los compañeros restantes, se presentaron en la aldea. Allí, Odiseo intentó convencerlos de que volvieran por su propia voluntad.
Al fracasar el intento, entre todos ataron a los compañeros y se los llevaron de vuelta al barco.
Incluso los victoriosos conquistadores de Troya, la de las murallas inexpugnables, pueden caer en la autocomplacencia y en la desidia.
Yo soy el primero que a veces me tiro en la cama a perder el tiempo en el teléfono, y entiendo perfectamente que no siempre es fácil ponerse a autosublimarse. (Y esto más aún si para ello tengo que coger un libraco de mil páginas donde me cuentan cuántos pelos tenía Aquiles el día 1026 de la guerra de Troya).
Por eso ahora, en menos de 40 000 palabras, puedes leer los fundamentos de la mitología griega.
¡Un saludo!
Paco
P. S. En libro electrónico o en 142 páginas de libro en papel.