Mi padre es aparejador.
Quizá no sepas qué es eso. A los aparejadores luego se les empezó a llamar arquitectos técnicos. Ahora, por lo visto, se les llama ingenieros de edificación.
Bueno.
Hablando de mandangas, lo de estudiar una carrera con salidas tiene su porción mandanguera.
Durante unos años, mi padre fue profesor en la facultad de aparejadores/arquitectos técnicos/ingenieros de edificación.
Empezó a impartir antes de la crisis del 2008. Aulas llenas a rebosar.
A poco que sepas de historia reciente de España, sabrás que uno de los factores de la virulencia de la crisis fue precisamente la burbuja inmobiliaria.
¿Qué pasó?
Empezaron a vaciarse las aulas a ritmo vertiginoso.
Los nuevos cachorros no elegían empezar carreras relacionadas con la construcción.
Los que se encontraron con las bragas en la mano a mitad de carrera huyeron los unos y perseveraron, normalmente en vano, los otros.
Y los que recién terminaban se sintieron un poco estafados por el mantra social de estudiar carreras con salidas.
Después de que la carrera es bastante dura, ahora quédate sin trabajo.
Una vez más me tengo que acordar de la historia de Solón y Creso y de lo cambiante y caprichoso de la fortuna.
Yo estudié una licenciatura que todo el mundo sabía que llevaba directamente al paro o a la carrera de fondo de licenciatura → máster-timo → oposición-por-años-y-años-de-deambular-por-pueblos-perdidos-hasta-obtener-plaza-definitiva.
(Soy hijo y hermano y primo de profesores funcionarios, así que sé de qué va la cosa).
Disfruté mucho la licenciatura, sufrí el máster-timo y empecé la siguiente fase.
Afortunadamente, bastante de casualidad, mi vida tomó un giro que, tras muchas carambolas, acabó en la única academia en internet para aprender latín y griego desde cero.
¡Un saludo!
Paco
P. S. No lo hagas por el título, que no hay, sino por disfrutar y aprender.