Escapar de la destrucción de una ciudad no es tarea fácil. Menos aún si tienes que preocuparte de tu niño y llevas a tu anciano padre a hombros, como Eneas.
Cuenta lo siguiente Diodoro Sículo (traducción mía):
Mientras todos los demás cogían oro o plata o alguna otra cosa de valor, Eneas imploró a los griegos por la vida de su padre, que era muy mayor, y se lo llevó en hombros.
El hijo porque es muy pequeño y el padre porque es muy mayor. Pero… ¿y la esposa?
Con la ceguera causada por la adrenalina, Eneas iba con el padre a hombros, el niño de la mano y, los demás, sálvese quien pueda.
Dice Virgilio en su Eneida (traducción de Eugenio de Ochoa):
Entonces mi padre, tendiendo la vista por las sombras, «¡Huye», exclama, «huye, hijo mío! Por allí se acercan; ya diviso los relucientes broqueles, ya veo centellear las espadas».
En esto, no sé cuál numen adverso ofuscó mi confusa razón, dejándome sin sentido; porque mientras corro de aquí para allí sin dirección fija por sitios extraviados, ya fuese que me la arrebatasen los hados, ya por haber perdido el camino, ya rendida del cansancio, mi Creúsa, ¡ay! mi infeliz esposa se nos quedó atrás, y desde entonces no la he vuelto a ver; ni siquiera advertí su pérdida ni reflexioné en ella hasta que llegamos al cerro y al sagrado templo de Ceres.
Vaya, que con el follón se olvidó de su esposa.
Tú o yo podríamos pensar que a nosotros no se nos olvidaría nuestra media naranja, pero no nos corresponde a nosotros juzgar, aunque fuera un olvido que costó una vida.
En el siglo XXI, tampoco nos corresponde a nosotros juzgar a quien se olvida de cancelar las renovaciones no deseadas de sus suscripciones.
Es que son demasiadas: Netflix, Spotify, YouTube Premium, Amazon Music, Amazon Prime, HBO, Disney Plus…
Incluso hay aplicaciones del móvil para llevar un control de todo esto.
Durante unos años, se podía acceder a mis contenidos de pago mediante una suscripción mensual que se renovaba automáticamente hasta que uno quisiera cancelarla.
La mayoría de la gente se quedaba apuntada hasta que dejaba de hacerles falta y, entonces, cancelaban su suscripción, y santas pascuas.
Aparte…
Algunas personas, las menos, me escribían excusándose de una u otra forma, y que si les devolvía el mes, que se les había olvidado cancelar. Aunque yo no tenía la obligación, me sabía mal quedarme con ese dinero y se lo devolvía sin rechistar.
Otras personas, las más, aceptaban la culpa por no cancelar a tiempo y simplemente se apresuraban a cancelar tras recibir la notificación inesperada de su banco.
En los últimos años todo va por suscripción. Hay mucha gente ganando mucho dinero con esto. (Ningún problema con que la gente gane dinero, por supuesto).
Todo el mundo sabe que un porcentaje más o menos alto de las renovaciones son no deseadas, o por inercia, o que ya en enero lo retomo, etc. Aun así, nunca he oído ni leído a nadie reflexionar sobre la ética de mantener un porcentaje considerable de suscripciones renovadas sin querer.
Yo decidí eliminar todo tipo de suscripción de renovación automática de mis webs. Me sabía mal que hubiera gente pagando sin estar entrando a hacer las clases.
Si quieres, por ejemplo, hacerte el curso de latín desde cero, te compras el curso, en un único pago, y lo tienes para siempre.
Si no quieres o puedes comprarlo para siempre, puedes suscribirte por tres meses. Cuando pasan esos tres meses, no se te vuelve a cobrar nada de forma automática. Eres tú el que, manual y expresamente, tiene que volver a pagar.
Así nadie se olvida de cancelar, porque no hay nada que cancelar.
Así nadie tiene que lamentar olvidos ni pérdidas.
Te dejo un enlace con las diversas opciones de AcademiaLatin.com.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Más adelante, el espíritu de Creúsa se presenta ante Eneas: que no pasa nada, que siga adelante, que no se preocupe por ella.