Por esas redes del Hades el otro día a alguien se le ocurrió pedir recomendaciones.
¿Qué inquietud tenía esta persona?
Quería introducirse en el mundo de la antigua Roma y pedía recomendaciones de libros «como si no supiera nada», o sea, absolutamente desde cero.
Añadía algo así como «y que también se lo pueda encasquetar a mi hijo de 15 años».
Bueno.
Las respuestas supusieron una terrorífica crestomatía.
Estaban los muchos que recomendaban novelas históricas de tal o cual autor, incluido p. ej. Santiago Posteguillo, porque un adolescente se va a leer cien páginas hablando de si Escipión se depilaba las orejas.
Por supuesto estaban los que recomendaban tal o cual manual, de lo cual me ahorro los comentarios. (Y sí, también estaba el PhD profesor universitario que recomendaba su manual, porque un manual universitario es absolutamente apto para un adolescente que no sabe ni quién fue Julio César).
Había uno incluso que recomendaba «una buena traducción de Tito Livio». Me imagino que con sus notitas al pie más extensas que el propio texto.
Uf.
Así estaba la cosa.
Luego había quienes recomendaban cosas del tipo las obras de Indro Montanelli.
Y a eso acudieron los superhistoriadores: que por Dios que cómo se va a recomendar a Montanelli, que ya está superadísimo, que tal y cual y que si se estaba perpetrando un historiadoricidio masivo!!1!.
(Esto me recuerda a lo que decía mi tío el médico: que la enfermedad que más duele es la que tiene cada uno).
Entonces, no voy a ser yo quien recomiende a quien quiera iniciarse novelas históricas, ni mucho menos manuales, ni tampoco a Indro Montanelli, aunque esta me parece de lejos la menos mala de las recomendaciones.
¿Qué habría recomendado yo si hubiera tenido el valor de lanzarme de frente contra las bárbaras hordas?
Probablemente, mi pódcast de histori(et)as de griegos y romanos.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Pero pojdiós, si tu pódcast se basa en lo anecdótico y no trata las diferencias entre el pretexto y la causa profunda ni respeta los avances de la hijtoriografía moderna. Sí.