Lo raro es que yo no sea profesor funcionario, de Latín, Griego, Cultura Clásica y/o lo que sea.
Yo vengo de familia de docentes funcionarios: mi padre, mi madre, mi hermana, mi prima (a la que mencioné hace unos cuantos boletines)…
Y de hecho yo iba para profesor funcionario.
Pero no soy profesor funcionario.
A veces me pregunta la gente por qué no me hago profesor funcionario:
- unas veces por simple curiosidad
- otras veces en plan «y así podrás dejar de mendigar en las estaciones de metro: toma, un bocata chope»
- otras veces a lo «ya estás muy mayor para estar jugando al onlain bisnes»
Como siempre: no diré «de esta agua no beberé», pero no está en mis planes hacerme profesor funcionario.
Solo de oír a mi familia hablar de la burocracia, de los inspectores y de los pedagogos me entran los siete males.
Sin duda me pierdo algunas ventajas, pero a cambio tengo muchas otras, que me permiten ir trabajando en unas u otras cosas según me vaya dando.
Y a veces me da por ir de youtuber.
Otras, de podcáster.
O me pongo a traducir, adaptar y publicar libros.
Sea lo que sea aquello por lo que me dé en cada momento, lo que siempre me sentiré es profesor de latín y griego, aunque no sea funcionario.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Y una de las ventajas de no ser profesor funcionario es que puedo enseñar a miles de personas, en cualquier parte del mundo y de cualquier edad.