Hoy una pequeña reflexión sine ira et studio.
Hace un tiempo me hicieron una breve entrevista en la radio.
Nada tan grande como pueda sonar: era para la radio de mi universidad.
Acostumbrado al siglo XXI y suponiendo que la conversación no sería en riguroso directo, en un principio imaginé que hablaríamos por Skype, Zoom o una de esas cosas, que se grabaría la conversación y que luego se editaría y se montaría el pódcast-radio.
Pero no.
Había de ser una llamada telefónica, para la que un técnico tendría que preparar el percal, llamarme y darme paso, etc.
Como la cosa no dependía solo de mí y de la entrevistadora, sino también del técnico, de la disponibilidad del patatín y de la capacidad del patatán, había que acordar la cita con no sé cuánta antelación para el día D a la hora H.
Este tipo de cosas —empezando con ir dando mi teléfono por ahí— yo no las suelo aceptar, pero daba la casualidad de que la entrevistadora había sido estudiante de AcademiaLatin.com y que gracias a eso había aprobado Gramática Histórica, etc.
Bueno.
La hora H en un principio eran las 11:00. Luego era a partir de las 11, sobre y cuarto. Luego, que a y media. Luego, que a y media el técnico empezaba a prepararlo todo.
Empezó la cosa casi a las 12:00.
No por egocentrismo, sino que realmente creo que tengo bastantes cositas que contar, cual abuelo cebolleta, a los filólogos en ciernes.
El encorsetamiento de toda la mandanga radiofónica hizo que la conversación fueran menos de 15 minutos. (A mí 15 minutos me dan para contar naimenos).
Como digo, reflexión sine ira et studio. La radio de la universidad es así y ya está.
Claro, si yo estuviera al cargo, ni llamadas telefónicas, ni técnicos ni cucamonas. A Skype o Zoom se puede saltar de un momento para otro y se puede hablar cuando, cuanto y como uno estime oportuno.
Esto me recuerda mucho a la confrontación entre televisión tradicional vs. youtubers: un único youtuber (o lo que sea) —con su ordenador, en su habitación, con el gato paseándose por detrás y tecleando con los dedos pringados de nachos— puede poner en jaque y reunir a una mayor audiencia que un programa televisivo para el que hacen falta 10, 20 o 50 —la verdad es que no tengo mucha idea de esto— personas trabajando con equipamiento de decenas de miles de euros.
Bueno.
Yo no tengo una radio ni una cadena de televisión, pero sí que tengo un canal de YouTube de latín, griego, español, lenguas…
¡Un saludo!
Paco
P. S. Yo no pongo en jaque a nadie. (Tendrían que poner mi nombre a una calle si, tratando de latín, griego, lenguas en general, consiguiera tener tantos espectadores como los hombres y viceberzas).