Cuando yo era un niño, me iba a casa de mis vecinos a jugar al ordenador, y luego volvía a casa a darles la lata a mis padres con que quería un ordenador.
Claro, eran los tiempos en los que lo normal era que no hubiera ningún ordenador en la mayoría de las casas.
Cuando por fin conseguí que me compraran un ordenador, me ponía a jugar durante horas, y eso fue así durante años.
Por aquellos tiempos los videojuegos eran poco más que mata-matas, y (con la práctica excepción de las aventuras gráficas) el argumento se limitaba a cosas como hay invasión alienígena y hay que matarlos a todos para salvar la humanidad.
Por alguna razón, llegó un momento en que los videojuegos cada vez me llamaban menos la atención, hasta que un día simplemente dejé de jugar.
…
Me estoy acordando de lo que dijo Pérez-Reverte en la entrevista de Jordi Wild: que él si empezara ahora no sería escritor de novelas, sino guionista de videojuegos.
Porque hoy en día un videojuego es prácticamente una película interactiva en la que tú eres el protagonista, y vas recorriendo exóticos y vastos paisajes interactuando con todo tipo de objetos y personajes.
Yo en su momento, aún en el siglo XX, jugué a Tomb Raider (el videojuego de Lara Croft, la Indiana Jones femenina).
Y ahora en el siglo XXI sigo jugando a los Tomb Raider más recientes.
En Rise of the Tomb Raider Lara Croft tiene la curiosa habilidad de ir mejorando sus conocimientos de griego conforme va leyendo más documentos e inscripciones en griego.
Aunque algo caricaturizada en el juego, la mecánica se basa en la vida real: cuanto más practicas un idioma, más lo vas dominando.
Por eso tienes un montón de textos para que practiques y no te pases nulla dies sine linea.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Hablo de griego, pero lo mismo y más aún en latín.