El otro día estaba dándome una vuelta por las redes sociales. (Ya sé, ya sé: mea culpa).
Me topé con una publicación de una universidad pública dándole una medalla a otra universidad pública: había dos señores importantes, me imagino que cada uno representante de su universidad, vestidos de Nebrijas de colores y dándose la mano sonrientes.
Ese día estaba de vicioso, así que quise ver en concepto de qué la tal medalla, pero tras husmear un poco no lo encontré.
Poco importaba eso: durante mi investigación di con algo mucho más jugoso entre las publicaciones de una de esas universidades.
Espero que el community manager esté ya requetedespedido. (Aunque es posible que fuera algún becario que trabaja gratis a cambio de alguna palmadita en la espalda o la esperanza de llegar a ser Ilmo. Sr. Decano Prof. Dr. de alguna facultad).
Cito de memoria, pero era algo así como esto: Ser influencer e irte a Andorra… ¡¡¡o ser realmente influyente estudiando en NUEXTRAHUNIBERSIDÁ!!!
Ya he dicho que ese día estaba vicioso, así que me metí en los comentarios de la publicación, y eran mucho mejores aún: cientos de alumnos mofándose de semejante despropósito de publicación.
Que las universidades públicas tengan que llegar al punto de, gratuita y falazmente, desprestigiar a quien quiera/decida/pretenda ser influencer y/o vivir en Andorra o en Angola…
Bueno.
Yo hoy solo venía a contar esta tragicómica historia.
Y hablando de historias, apúntate a mi pódcast de histori(et)as de griegos y romanos.
¡Un saludo!
Paco
P. S. En otro correo me haré un Paco Umbral.