Aunque yo no hablo latín, hay gente que habla latín.
Quien habla (y escribe) latín lo hace en latín clásico, con mayor o menor arte y corrección según las habilidades de cada uno, pero latín clásico al fin y al cabo.
Entre las características de este tipo de latín que se perdieron con el tiempo, estaba la cantidad vocálica: había cinco timbres vocálicos y cada uno de ellos tenía un fonema largo y otro breve.
Cinco por dos, diez, naturalmente: el latín tenía diez fonemas vocálicos.
Que Ă (breve) y Ā (larga) sean fonemas distintos es como decir que P y L son fonemas distintos: intercambiar uno por otro da con palabras diferentes (pares mínimos), como «pata» y «lata».
De la misma forma, MĀLUM significa ‘manzana’, y MĂLUM, ‘el mal’.
Si un estudiante de español dijera «pata» en lugar de «lata», sin duda le corregiríamos, porque desde luego no es lo mismo una cosa que la otra.
Por tanto, diríamos que quien quiera hablar latín tendría que pronunciar bien diferenciadas las vocales largas de las breves.
Bueno.
Me gusta la reflexión al respecto de Irene, la italiana del curso de latín de quinientos napos.
Traduzco, parafraseo y resumo:
Sí, un estudiante de latín debería saber que las vocales latinas pueden ser largas o breves y que la sílaba acentuada de cada palabra depende de ello. Por otra parte, hablar respetando la cantidad vocálica supone un enorme esfuerzo adicional al no desdeñable esfuerzo de hablar latín. De todos los hablantes de latín que Irene conoce, solo dos o tres realmente son capaces de hablar distinguiendo la cantidad vocálica.
Fin de la traducción-paráfrasis-resumen.
O sea, que lo mínimo que se despacha es saberse la regla de la penúltima, por la que se rige toda la acentuación de las palabras latinas.
¿Cómo sabemos que AMOR es [ˈamoɾ], pero AMOREM es [aˈmoɾem], si no hay acentos?
Por la regla de la penúltima, que explico ya desde el principio de mi curso de latín desde cero.
¡Un saludo!
Paco
P. S. La regla de la penúltima sílaba (o más concretamente su herencia) es igualmente la responsable de que las palabras españolas se acentúen como se acentúan.