Decía Hesíodo que los aedos y citaristas existen gracias a Apolo, y que los reyes proceden de Zeus.
Yo no sé a qué dios somos debidos los divulgadores, pero aquí estamos.
Porque efectivamente una de mis misiones en el mundo es la de divulgar el mundo clásico.
Quare, fortasse requiris. Nescio, sed fieri sentio.
Bueno.
El otro día una señora me dijo que yo lo que hacía era dedicarme a «vulgarizar» la sublimidad del mundo clásico y tal y cual.
Por supuesto, lo decía en el mal sentido.
Y sin embargo yo no dejo de estar de acuerdo con ella, eso sí, con el DLE en la mano:
2. tr. Exponer una ciencia, o una materia [técnica] cualquiera, en forma fácilmente asequible al vulgo.
Concretamente esto lo decía la señora por ponerme a dar algo de bombo a mis versiones cortitas y condensaditas de la Ilíada y de la Odisea.
Yo no sé si esta señora se habrá leído las obras de Homero (posiblemente, no).
Y si sí se las ha leído, lo más probable es que no lo haya hecho en el griego original de Homero, sino que sea porque alguien se las vulgarizó a ella:
3. tr. Traducir un escrito de otra lengua a la común y vulgar.
La cosa.
Ya habrá tiempo de leerse la Ilíada y la Odisea de verdad.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Casi todo el mundo quiere haberse leído Homero, pero no todo el mundo está, al menos de primeras, disponible y dispuesto a leerse los casi 30 000 versos de los poemas homéricos. Poco a poco. Pasito a pasito.