Cuando conocí a mi mujer en Cracovia ella tenía una guitarra. Yo nunca llegué no ya a verla tocar, sino tan siquiera a ver la propia guitarra fuera de la funda.
La vendió sin pena ninguna cuando decidimos mudarnos a España.
No verás frecuentemente que la gente se compre un violín o un fagot para luego no tocarlo, pero la guitarra es probablemente el instrumento al que más le pasa eso.
El otro día hablaba del tema con mi mujer y llegamos a la misma conclusión: con algunas cosas nos gusta pensar que somos el tipo de gente que X, hacemos lo fácil para ser X (comprar), pero cuando llega lo difícil (coger la guitarra o llámalo X y pasarse horas practicando escalas, acordes y arpegios) mucha gente —posiblemente la mayoría— no es capaz de perseverar.
Es lo que hay.
Basándome exclusivamente en Wikipedia, existe la bibliofilia, «que es simplemente el amor típico por los libros»: todo en orden.
Luego está la bibliomanía, que «es un trastorno obsesivo-compulsivo que consiste en coleccionar libros […] que no son útiles para el coleccionista, ni tienen ningún valor para un coleccionista verdadero».
Y también está el tsundoku, que «se refiere al hábito muy arraigado en ciertas personas, relacionado con la bibliomanía, de la adquisición de todo tipo de materiales de lectura, pero dejando que se amontonen en la vivienda sin leerlos».
Todo esto lo digo sin juzgar, que posiblemente muchos de los presentes hemos estado en algún punto de ese continuum (hasta que ha tocado cargar cajas llenas de libros en una o más mudanzas).
En el tsundoku yo veo parte de bibliofilia, pero también parte de postureo: a todos nos gusta pensar que somos superfrikis y superlectores y contemplar las estanterías rebosantes de libros, pero cuando llega la noche es más tentador ponerse a mirar el teléfono que abrir un libro.
También lo digo sin juzgar: a mí me pasa como a todo hijo de vecino.
Quien recibe este boletín y me ha aguantado hasta ahora es porque le gustan las lenguas (o le gusta pensar eso).
Quiero creer que quienes se apuntan a LINGUOFILOS.com es porque son auténticos linguófilos…
… pero estoy bastante seguro de que habrá alguna gente que se apuntará y luego ni entrará, como quien se compra un libro y lo pone en la estantería sin quitarle el plástico.
Mi bolsillo no se va a quejar, pero lo mejor para ti, para mí y para los demás miembros será que seas un auténtico linguófilo comprometido.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Alguna gente me ha preguntado ya, confiando en mi honradez y sinceridad (¡gracias!), si según sus circunstancias XYZ deberían entrar ahora. Incluso si en el corto plazo no vas a poder participar activamente, creo que merece la pena la preinscripción a mitad de precio indefinidamente, y al menos estás al tanto de lo que se va cociendo aunque no puedas estar participando tanto.