Pronto hablaremos de los majaderos que niegan el latín vulgar y que dicen que las lenguas romances no vienen del latín.
No hoy.
Hoy hablaremos del latín vulgar.
Hace pocos correos vimos que los dictados eran un ejercicio escolar ya en tiempos de los romanos.
Un día, un niño llamado Marcus escribe:
Omo oclos et nasu abet
El maestro echa un vistazo y se espanta: ¡cuatro errores en cinco palabras!
La frase que tenía que copiar era la siguiente:
Homo oculos et nasum habet
El hombre tiene ojos y nariz.
Como sabemos, el lingüista no hace escarnio de las faltas de ortografía, sino que se refocila en ellas.
¿Qué nos dicen las cuatro faltas de Marcus?
Como el propio maestro admite: no siempre escribimos de la misma forma que hablamos.
O sea, hay discordancias entre el habla real y la ortografía oficial. Esto pasa cuando la lengua —natural— evoluciona y la ortografía —artificial— aún no se ha puesto al día.
Marcus no hace más que escribir como él pronuncia, o sea, en latín vulgar. Y lo que escribe Marcus es el eslabón que enlaza con las lenguas romances como el español.
De todo esto hablo en un nuevo reto lingüístico.
¡Un saludo!
Paco
P. S. De forma interesante, su compañero Titus escribe hoculos. También tiene su explicación.