El otro día leía en un boletín al que estoy apuntado que estamos entrando en una nueva fase de los negocios en internet.
Si te fijas, el dominio desde el que escribo es humanistasenlared.com.
Soy un humanista, sí. La otra parte se refiere a que trabajo en la red, o sea, en internet.
Por supuesto, esto no es un boletín de negocios, pero sí creo que, desde mi papel de educador, parte de responsabilidad tengo en cuanto a educar a la gente respecto a qué se cuece en internet.
A menudo se cuece algo muy podrido.
Masterclases, huevinarios, esquemas cuasipiramidales, jóvenes que piden préstamos a sus padres para apuntarse a la nueva profesión del futuro que el sistema te ha estado ocultando deliberadamente.
En fin.
Cito (recortando) del correo que leía el otro día (miguelvz punto com):
Varios hechos que están ocurriendo en el mercado right now:
- Que haya una oleada de quejas respecto a determinadas formaciones online.
- Que esta sensación de que hay mucho gurú y estafador ha llegado al mainstream.
- Cada vez se tolera menos la publicidad de «es solo una masterclass gratuita» y hay canales en Youtube y otras redes sociales que son cazadores de «vendehumos».
Ahora sigo citando la paráfrasis que miguelvz hace de Eugene Schwartz:
Cuando un mercado está en el nivel 2 de sofisticación el centro del mensaje es la promesa. Cuanto más alta y grande es la promesa, mejor. Eso sí, llega un momento en que la credibilidad de las personas en esas promesas se estira tanto que la gente empieza a denunciar.
Las personas han comprado 1 o 2 productos y no han recibido lo que prometían. Por eso, ahora cada vez que ven un titular, una publicidad o un producto de ese estilo no creen nada. La publicidad se vuelve sinónimo de mentira.
Aunque todo eso está ocurriendo right now, el vendehumismo es más viejo que el tebeo.
Ya Lucio Sergio Catilina era un maestro manipulador y embaucador. Lo registra Salustio en su Conjuración de Catilina, y yo lo comento en el siguiente vídeo (en abierto) de los materiales complementarios del curso de latín desde cero.
¡Un saludo!
Paco
P. S. Estas cosas se aprenden leyendo detenidamente a los clásicos.