El argumento de incredulidad (subtipo del de ignorancia) es el que niega que algo sea posible porque la persona que lo formula no puede creerlo, entenderlo o explicarlo.
Veamos un ejemplo real:
Todo muy lindo y todo. Pero yo no me imagino a la gente de esas épocas pensando en que si había que “diptongar” la palabra o no. O a alguien diciéndole a la gente cómo se deben pronunciar las palabras. Estas cosas son muy técnicas y todo pero yo dudo bastante que los idiomas funcionen así.
Esta persona, como no tiene conocimientos de gramática histórica y de la evolución de las lenguas, no cree (porque no sabe) que la diptongación (o no) de Ŏ tónica tuviera lugar por las razones explicadas aquí.
Que esta persona considere que algo no es lógico, normal, razonable o esperable no es prueba de nada: ni de que sí ni de que no. Lo que muestra que algo sea verdadero o no son los datos (en este caso, los datos lingüísticos).
Se le podría replicar, por ejemplo, que él no anda pensando en si la palabra «botella» se pronuncia con el alófono aproximante u oclusivo de /b/ dependiendo del contexto fónico: una [β]otella o [b]otella, respectivamente, y sin embargo así es.