El cherry picking (literalmente «escogimiento de cerezas») es un acto de manipulación mediante el cual, de todos los datos disponibles sobre una cuestión, se escogen solo aquellos que interesan, ignorando los que no.
En español, supuestamente el nombre de cherry picking es, si no tan resultón por la sugestiva metáfora, sí al menos más explícita: falacia de la prueba incompleta o de omisión de pruebas.
Básicamente, se hace una cuidadosa selección de los datos (que pueden ser verdaderos o no). A continuación se usan esos pocos datos de entre todos para defender la argumentación. Por lo general, la manipulación no se limita simplemente a usar los datos selectivamente a conveniencia, sino que se les suele dar más importancia de la que realmente puedan tener.
Por si fuera poco, es frecuente escoger solo una cantidad muy pequeña de datos (lo que hace que sean, de hecho, pruebas anecdóticas).
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Ejemplo de cherry picking
En pseudolingüística es especialmente fácil cometer este acto deliberado de engaño, p. ej. con el vocabulario. Teniendo en cuenta que cualquier lengua tiene decenas de miles de palabras, nos lo podemos imaginar.
Si, por ejemplo, pretendo demostrar que el español no viene del latín, puedo crear una tabla con palabras latinas y sus equivalentes en español. Por supuesto, para mi tesis necesito escoger cuidadosamente las palabras que no tienen relación (abrumadora minoría), ignorando todas las palabras que sí tienen.
Así, podría decir que el español no viene del latín, y que prueba de ello es que en latín decimos puto por «pensar», ut por «que», canis por «perro», etc. Por supuesto, se ignora que decimos amare por «amar», quem por «que», taurus por «toro» y decenas de miles de ejemplos más.
La escoba de Ockham
Aunque muy relacionado y con resultados similares, realmente se trata de cosas diferentes: en el cherry picking se escoge activamente y simplemente se omite todo lo demás deliberadamente.
En cambio, la escoba de Ockahm se usa para esconder bajo la alfombra activamente solo uno o unos pocos hechos que no conviene que se tengan en cuenta en la argumentación, porque la desmontarían o dificultarían.
Por ejemplo, si quiero organizar una cita a ciegas entre un amigo mío y una amiga de mi mujer, le diré a mi amigo que ella es guapa, inteligente, simpática… pero omitiré que está cargada de deudas, pues en ese caso difícilmente mi amigo aceptaría conocerla.