Una falacia usada muy frecuentemente es la que hace referencia a Galileo, que fue no solo duramente criticado por su teoría heliocéntrica, sino también perseguido por la Iglesia; y sin embargo resultó que tenía razón.
Es decir, quien recurre al gambito de Galileo cree tener razón en algo que va contra el statu quo, la communis opinio, etc., por lo que es ridiculizado y/o amenazado por la élite, el stablishment, que no quiere que se conozca la verdad que han estado ocultando durante siglos y que ahora amenaza con salir a la luz.
Efectivamente, alguien puede tener razón y ser ridiculizado y/o perseguido por ello, pero que seas ridiculizado y/o perseguido no quiere decir necesariamente que tengas razón.
Básicamente, lo que se pretende con el gambito de Galileo es: todo el mundo dice que me equivoco, por lo que tengo razón. Expuesto como un silogismo:
- Galileo tenía razón y fue ridiculizado/perseguido
- Yo soy ridiculizado/perseguido
- Por tanto, yo tengo razón
Puede que sí tengas razón, o puede que no, pero eso no lo da de que seas ridiculizado, criticado o perseguido, sino de que puedas demostrar con datos tu tesis.
Por supuesto, el gambito de Galileo es una forma de victimismo (y quien usa del gambito suele mostrar muchos otros indicios de victimismo) que frecuentemente hace referencia a una cita espuriamente atribuida a Gandhi:
Primero, te ignoran; luego, te ridiculizan; después, te atacan; entonces, ganas.
No es de Gandhi
Por supuesto, nuestra pseudolingüista preferida tiene todo esto, ya desde el prólogo de su libro:
Queridos catedráticos de Lingüística Histórica de las Lenguas Romances, el tiempo de «ignorar» y de «reírse» ya ha pasado. Los que desafían la sabiduría dominante no van a por sus Cátedras; sólo reclaman un debate intelectual abierto y público, bajo cuyos principios razonables seamos todos iguales. Este es el nuevo campo donde realmente se juega el partido. Si quieren apoyar la teoría de la romanización, deben demostrar con pruebas y argumentos su verosimilitud.
Cristina Brescan en el prólogo de No venimos del latín, de Carme Huertas
(Nótese cómo el párrafo termina tratando de invertir la carga de la prueba y, simplemente, ignorando —si no negando— la información de la gramática histórica).
El gambito de Galileo como ataque
Lo más frecuente es que esta falacia se use de forma defensiva, pero de hecho también puede emplearse como ataque.
Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, se acusa al otro de estar insultando, despreciando, ridiculizando, etc. (es decir, emplear ad hominem para acusar de ad hominem).
Una vez que nos autoproclamamos parte atacada, volvemos al gambito de Galileo: «si me estás insultando es porque no tienes argumentos reales para argumentar».