Si no te ha pasado a ti directamente como alumno, le habrás oído el relato al profesor: «en el examen no me contéis vuestra vida ni me respondáis a cosas que no pide la pregunta aunque haya alguna relación: si no se pregunta explícitamente, no me lo contéis».
Al fin y al cabo, todos sabemos por qué los alumnos lo hacen: si no me sé la pregunta-respuesta, mejor que dejar la pregunta en blanco, me pongo a contar las cosas que sí me sé que tengan alguna relación, aunque sea meramente tangencial, con lo que se pregunta; lo que cuento no responde a la pregunta, pero con un poco de suerte cuela y me llevo algunos puntos sin saberme la respuesta.
Y efectivamente unas veces cuela, como otras tantas veces no cuela.
No me consta que exista un nombre concreto para esto. Por otra parte, no soy matemático, estadístico, etc., por lo que me voy a permitir usar algunos términos y conceptos un poco meigéneris por el bien de la exposición de lo que quiero decir.
Contenidos del artículo
Factores espurios
Como sabemos, correlación no implica causalidad, por lo que el hecho de que en verano se coman más helados y que en verano haya más ahogamientos en la playa no implica que los helados sean los causantes de los ahogamientos.
El dato de los helados es irrelevante en la cuestión de los ahogamientos playeros. Sí que contamos con el dato de que, efectivamente, se consumen más helados en verano, pero ese dato, pese a ser cierto, no tiene ninguna conexión con nada de lo que se trata. Por tanto, el dato de los helados es un factor espurio.
Los factores espurios a menudo simplemente están ahí y, de hecho, no siempre es fácil saber si algo es un factor espurio o no: los ejemplos de la vida real no son tan triviales como los del helado.
Plantar factores espurios
Cuando uso el verbo «plantar» quiero dar a entender que los factores espurios son plantados conscientemente y con una finalidad muy clara: confundir y liar.
En una argumentación falaz, uno de los recursos que pueden utilizarse, entre tantísimas falacias lógicas, es plantar factores espurios. Esto llevará al lector a hacer conexiones falsas, que ni siquiera el autor pretende establecer, pero que en general ayudarán a confundir al lector según los propósitos del autor.
Realmente, esto es una especie de falacia de red herring (arenque rojo): introducir información irrelevante (o falsa) para distraer al interlocutor de la información relevante.
Por ejemplo, si uno pretende defender que el español no procede del latín y para ello da supuestos datos para apoyar la teoría (básicamente, estos datos deberían ser acerca del latín y del español), plantar factores espurios sería algo como lo siguiente:
[hablando sobre la estructura silábica del español para compararla con la del latín] Un apunte sobre el euskera: los grupos silábicos más frecuentes son CV-CVV (59%), CVC-CVVC (21%), V-VV (11%). No existen grupos consonánticos de muta cum líquida. La gran tendencia es a la sílaba abierta.
Carme Huertas, No venimos del latín
Los datos sobre el euskera, incluso si fueran absolutamente ciertos y exactos —lo ignoro por completo— no pintan nada, no aportan nada, no apoyan el argumento: simple y llanamente sobran porque se limitan a generar ruido. Hablar de la estructura silábica del euskera no es otra cosa que responder a la pregunta con la información que nos da la gana, solo porque toca tangencial pero irrelevantemente el tema del que estamos hablando.
Finalidad
El objetivo de plantar ese factor espurio es, efectivamente, confundir al lector (también puede haber algo de tecnopalabrería). La autora no pretende demostrar una similitud del euskera con el español, ni del euskera con el latín, ni del euskera con nada de nada.
Simplemente arroja los datos sobre el euskera. El lector poco ducho en lingüística —el público objetivo de la autora— verá la necesidad de sacar sentido a esos datos que se le han lanzado a la cara. Aunque la autora no lo diga ni pretenda sugerirlo… ¿y si el español resulta que viene del euskera o hay una conexión determinante entre este y el español que excluye el latín?