Un argumento falaz suele ser la aseveración de que algo es así simplemente porque es «lógico», «lo lógico», «evidente», «de sentido común», «de cajón», incluso «natural» o «normal», etc.
Uno de los problemas de este tipo de argumentos es que «lo lógico» (etc.), lejos de ser algo objetivo, es sumamente subjetivo. Al fin y al cabo, el «sentido común» no puede recogerse en un libro sistemático, sino que es el conjunto de conclusiones a partir de la acumulación de experiencias-prejuicios-presuposiciones de cada uno.
Para los antiguos, incluidos filósofos muy respetados todavía hoy, la esclavitud era natural y lógica, igual que la inferioridad de la mujer respecto al hombre.
ἔτι δὲ τὸ ἄρρεν πρὸς τὸ θῆλυ φύσει τὸ μὲν κρεῖττον τὸ δὲ χεῖρον, καὶ τὸ μὲν ἄρχον τὸ δ᾽ ἀρχόμενον. τὸν αὐτὸν δὲ τρόπον ἀναγκαῖον εἶναι καὶ ἐπὶ πάντων ἀνθρώπων.
El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio necesariamente se extiende a toda la humanidad.
Aristóteles, Política 1254b 13-15 (traducción de Wikipedia)
No hace falta irse tan lejos. Vayamos a nuestra realidad.
Un adulto, como ya ha visto casos similares en el pasado, considera lógico, de sentido común, que si juegas con fuego te acabes quemando; sin embargo, un niño no considera que eso sea lo esperable, porque no lo ha experimentado.
La mayoría de personas actuales consideran natural que, si activamos un interruptor, se encienda una lámpara, pero de ninguna forma habría esperado eso ni el más rico rey anterior al siglo XIX.
También parece lógico, a partir de lo que cualquiera puede percibir con sus sentidos, que la Tierra sea plana. Sin embargo, resulta que la Tierra es (más o menos) esférica.
El sentido común sí que funciona muy frecuentemente y es legítimo basarse de primeras en él, pero a la hora de razonar no basta apelar al sentido común, a la lógica o al «como es natural».
Sí que podemos decir que algo es lógico o de sentido común, pero a continuación tenemos que dar las pruebas de por qué eso es así: es esta última parte la que apoya el argumento, no la primera.
Poco científico como pueda sonar, es simplemente de cajón, obvio, evidente a partir de la inmensa documentación que existe tanto en latín como en español que este proviene de aquel
Yo mismo
Lo que sostiene el argumento no es que yo diga que es «simplemente de cajón, obvio, evidente», ni siquiera la mera mención de documentación (que puede ser fantasma), sino lo que haya de verdad en esa documentación.
Como siempre, esto lo podemos ver en nuestra pseudolingüista de referencia:
La <i> es la vocal con mayor distribución [en ibérico]. Sorprende que, en valores absolutos, le siga la <e>, porque son dos vocales con una oposición poco marcada, la <i> es una vocal anterior y la <e> es una vocal media, pero ambas son palatales.
¿Podría ser, entonces, que la palatalización que encontramos detrás de todos los cambios lingüísticos, no fuera una influencia externa sino una de las características del ibérico? Parece lo más lógico.
Carme Huertas en No venimos del latín
La palabra abandonar, según el diccionario de María Moliner, viene del francés «abandonner» […]. Dado que es evidente que forma parte de la misma familia que banco, bancal, banda, bandeja, bandera o bando, buscamos estas palabras en el mismo diccionario etimológico. Banco viene del germánico «bank» y significa asiento. Bancal viene del árabe «manqála» y significa soporte. Banda viene del germánico «band» y significa cinta, faja o tira de material flexible. Bandeja del portugués y significa recipiente plano para servir. Bando viene del gótico «bandwo» que significa bandera, y también reunión de gente o «conjunto de personas en lucha con otras o con ideas opuestas respecto a ellas». Con esta información contradictoria que nos remite a diferentes lenguas (árabe, germánico, gótico, francés, portugués) es imposible darse cuenta de que todas estas palabras tienen en su base una idea o concepto de grupo, de unión. Así, por analogía con una banda (agrupación de hilos que conforman una cinta flexible) se crea tanto el concepto de un bando de personas como el de una banda musical, y la tela que les representa es su bandera, y un conjunto de tablones unidos en el que, a diferencia de una silla, pueden sentarse varias personas, es un banco. Volviendo entonces a la palabra abandonar y remitiéndonos a su sentido originario, significa haber sido dejado fuera de su bando. Y para comprenderlo no necesitamos saber ni francés, ni árabe ni gótico. Bastaría un poco de sentido común…
Carme Huertas en No venimos del latín
También es necesario hablar, precisamente, de las supuestas contradicciones, de lo antiintuitivo o contraintuitivo (counter-intuitive), etc.
Y es que, aunque pueda sorprender a muchos, la realidad a menudo aparenta ser contradictoria, antiintuitiva o contraintuitiva. Dicho de otra forma: que algo parezca ser contradictorio, antiintuitivo o contraintuitivo no quiere decir que sea falso o erróneo.
De lo que podemos saber con nuestra mera observación cotidiana, parece antiintuitivo que:
- la Tierra sea esférica
- los egipcios fueran más antiguos para los griegos y romanos que para nosotros los griegos y los romanos (porque metemos a los tres en el mismo saco)
- tratar de apagar el fuego de una sartén con agua lo empeore (mucho)
- trabajar menos horas aumente la productividad
- viajar en avión sea más seguro que en coche
- en una habitación con solo 23 personas haya más del 50 % de probabilidad de que dos de ellas cumplan años el mismo día (y si hay 50 personas, ya hay 97 % de probabilidad)
- etc.
Sin embargo, la ciencia (y a veces la dramática experiencia personal, etc.) demuestra que todos estos hechos antiintuitivos son, de hecho, así.
Como conclusión, que algo sea «lógico» no quiere decir que sea cierto, y que algo sea antiintuitivo no quiere decir que sea falso. Algo lógico puede ser cierto o no, igual que algo antiintuitivo puede ser cierto o no.
¿Y cómo sabemos qué es cierto y qué no lo es? Estudiando y observando la realidad, las pruebas y no dejándonos seducir por el primero que viene pretendiendo romper el puzle.