El sesgo de confirmación es uno de los más básicos y frecuentes sesgos que sufrimos las personas, según el cual interpretamos la información de forma que confirme y reafirme nuestras propias creencias, buscamos más información afín a ellas para seguir alimentándolas, y a la vez damos mucha menos importancia, ignoramos o desconsideramos la información que contradiga lo que ya pensamos.

Por ser uno de los sesgos más básicos, sobre él se fundamentan muchos otros sesgos cognitivos y falacias lógicas. Lamentablemente, nos pasa a todos y es difícil darse cuenta de ello uno por sí mismo.
Como decía Julio César…
fere libenter homines id quod volunt credunt
En general los hombres creen de buen grado aquello que desean.
Julio César en De bello Gallico
quae volumus, ea credimus libenter, et quae sentimus ipsi, reliquos sentire speramus
Lo que queremos, eso lo creemos de buen grado, y lo que nosotros mismos sentimos, esperamos que los demás lo sientan.
Julio César en Bellum civile
El esquema viene a ser siempre es el mismo:

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Ejemplos en la historia-mitología
Aunque los antiguos no lo llamaran por el nombre de sesgo de confirmación, no faltan historias donde es el protagonista.
La muerte de Laocoonte
Los griegos, agotados tras diez años de guerra a las puertas de Troya, dan con la famosa estratagema del caballo de madera: simularán abandonar el campamento para marcharse de regreso a Grecia.
Donde antes había miles de soldados griegos, ahora solo queda un enorme caballo de madera como supuesta ofrenda a la divinidad para un buen regreso.
Los troyanos estaban igualmente agotados tras los mismos años de guerra con los griegos acosándolos continuamente.
¿Se habrán ido los griegos? ¡Pues claro que se han ido! ¡Hemos ganado!
Los troyanos querían, necesitaban, creer que la guerra había acabado, y uno cree de buen grado aquello que desea. Había indicios de que efectivamente la guerra había terminado, y la ausencia de griegos en la playa, de barcos en el mar, y la presencia del caballo era todo prueba de que así era.
No les importó que llegara Laocoonte con aquello:
Creditis auectos hostis? Aut ulla putatis
Virgilio, Eneida 2.43-49
dona carere dolis Danaum? Sic notus Vlixes?
Aut hoc inclusi ligno occultantur Achiui,
aut haec in nostros fabricata est machina muros,
inspectura domos uenturaque desuper urbi,
aut aliquis latet error; equo ne credite, Teucri.
Quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentis.
Los troyanos no iban a dejarse aguar la fiesta. Menos aún cuando el sacerdote arrojó una lanza contra el caballo e inmediatamente fue devorado, junto a sus hijos, por serpientes.
Más leña al sesgo de confirmación: sin duda eso era un castigo divino por deshonrar de semejante manera el regalo. Ahora sí que sí: adentro de la ciudad con el caballo.

La casi muerte de Creso
Creso era un divitísimo rey de Lidia. Ensoberbecido con sus riquezas, decidió atacar a Ciro, el rey de Persia. Eso sí: antes consultó al oráculo. ¿Y qué le dijo el oráculo?
Si atacas a Ciro, destruirás un gran imperio.
¡Justo lo que Creso deseaba oír! ¡Al ataque!
¿Qué ocurrió?
Le salió mal. Al poco tiempo estaba atado en lo alto de una pira que empezaba a arder a la vista del rey Ciro. No le había dado por pensar que lo que el oráculo había querido decir era que destruiría su propio imperio.
