La pandemia, las restricciones, las clases telemáticas o semitelemáticas… han supuesto una disrupción en la enseñanza, probablemente la mayor en toda la historia.
Las clases (semi)telemáticas han aflorado un problema que trae de cabeza a los docentes: los alumnos graban las clases, que son redistribuidas por medios y grupos de alumnos, todo ello sin el consentimiento de los profesores.
Lógica y justamente son bastantes los que han expuesto la situación y se han quejado de que se vulnere su propiedad intelectual, sus derechos de imagen o lo que cada uno estime que se vulnera con estas grabaciones.
Yo no estoy en situación de opinar sobre si esto es ilegal o inmoral, así que me limitaré a lo que, creo, sí estoy en disposición de comentar.
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Mi opinión sobre las grabaciones
Son realmente diversos factores los que entran en juego en el descontento de los docentes. Comentaré lo que me parece más importante.
En primer lugar, cabe plantearse si hay vulneración de propiedad intelectual. Para ello haría falta un abogado especialista en el tema. Yo no tengo ni idea de derecho, así que daré mi opinión de barra de bar.
Como en botica, de todo hay en las universidades, pero creo que no es arriesgado decir que la mayoría de las clases magistrales son una mera exposición del resumen del manual o manuales —con mayor o menor variatio, adorno, arte o histrionismo, pero fundamentalmente eso—, o incluso el resumen del profesor del resumen que hizo su profesor cuando aquel era estudiante. Ojo, que no lo critico: simplemente digo que es lo que hay o suele haber. Creo que pocos profesores hay que vayan a clase a descubrir la pólvora.
¿Se considera el resumen (del resumen) del manual propiedad intelectual del profesor? ¿Deberían los autores de los manuales reclamar a los profesores por divulgar los contenidos de sus obras (para qué vamos ni a meternos en esas fotocopias que se reparten o pdf que se suben)? ¿Debe el autor del manual A (1950) reclamar al autor del manual B (1960) por basar su manual B en el A, y a su vez debe el autor B reclamar al C de 1970, etc.? Si iniciamos la cadena de reclamaciones, ¿llegaremos, sin perder ni un eslabón, hasta Sócrates, a quien vulneró Platón, a quien vulneró Aristóteles, etc.?
A saber. Habrá que dejarlo a los abogados.
En segundo lugar, y diría —dentro de mi desconocimiento— que esto es bastante lógico, sí parece que haya una vulneración de los derechos de imagen: si uno no ha dado su consentimiento para aparecer en un vídeo, tiene todo el derecho del mundo al descontento. (Lo mismo diría que se aplicaría en caso de grabaciones solo de audio).
¿El contrato (o llámalo X) de los profesores con sus universidades contempla este tipo de contingencias? ¿Deben los profesores reclamar protección clara y evidente a sus universidades?
A saber, otra vez.
El problema real
¿Y si el problema no es que los alumnos graban a los profesores sin su consentimiento? ¿Y si el problema no es que las universidades no tienen contemplados estos casos? ¿Y si estamos tratando de ponerle puertas al campo?
Espera…
¿Y si todo esto es solo una pequeñísima ramificación o consecuencia del problema real?
No soy gurú de nada, y mucho menos de educación, pero creo que, cogidos con las bragas en la mano por culpa de la repentina pandemia, están todos mirando al lado equivocado.
Me imagino que lo que voy a decir va a resultar muy políticamente incorrecto. Es solo mi opinión. 🤷♂️
Va a haber generalizaciones.
Va a requerir un poco de comprensión lectora.
Ojalá le sirva a alguien para pensar y ayudar a dar con la solución real al problema real.
Allá va.
Una clase en la universidad
Las clases en la universidad siguen siendo, en esencia y con excepciones evidentes según la asignatura y la carrera —no desde luego en, por ejemplo, Filología y carreras de ese tipo—, iguales que en las universidades medievales: un profesor da su clase magistral y los alumnos escuchan.
¡Tranquilidad! No tengo intención de soltar el discurso de las clases decimonónicas ni nada relacionado con la Revolución Industrial. (Si no sabes de qué hablo, busca un poco por internet, que también es interesante, pero no el tema del que estamos tratando ahora).
Quédate conmigo.
No veo que haya necesariamente ningún problema con las clases magistrales: a la universidad se va a aprender de quien sabe (el profesor), no a meterse en un parque de bolas, aunque cada vez más se parezca a eso. (No creo que las bolas mejoren sustancialmente la universidad).
El problema, creo, es el siguiente. (Basado en algo que ya dijo, si no me equivoco, Seth Godin).
En pleno siglo XXI sigue siendo laxamente obligatorio —salvo estudios a distancia— ir en persona, físicamente, a clase. Esto sería razonablemente lógico si fuéramos a diseccionar en directo al primer marciano al que la humanidad ha echado mano.
Pero no es el caso.
Hay que ir a clase para escuchar al profesor exponer su resumen del manual, exactamente igual que ocurrió el curso anterior, y el curso anterior, y la década anterior, y la generación anterior.
Salvo carreras que versen sobre materias muy cambiantes, los contenidos son más o menos los mismos hoy que cuando el profesor era el alumno.
(No entro en la ingente cantidad de tiempo que se pierde en clase entre llegar tarde —me refiero a muchos profesores—, registrar la asistencia, lidiar con el equipo informático et al., etc., porque entonces acabaríamos aboliendo la institución de la universidad).
¿Cuál es el valor diferencial de la clase presencial y/o en directo?
Atención, que entramos realmente en harina.
¿Será realmente el problema, o parte del problema, que los profesores se sienten desplazados por sus propias grabaciones? Si la clase magistral ya está grabada y se puede distribuir y reproducir de forma virtualmente ilimitada y sin restricciones de lugar, tiempo y horario, ¿cuál es la función del docente ahora?
¿Qué tiene que aportar el profesor de carne y hueso que no pueda aportar un vídeo? Si vamos a hacer que 50 alumnos (y el profesor) se desplacen a un aula (con el gasto de recursos, tiempo y dinero, que ello conlleva), debe ser para algo que no sea totalmente suplible por un simple vídeo.
Nos acercamos peligrosamente al flipped classroom. Ya he dicho que no soy gurú de educación. Pero quizá algo hay por ahí.
Doy un pequeño giro y continuamos.
Objetivamente, como adultos y no como niños pataletos, ¿la clase magistral presencial y/o en directo es sustancialmente mejor que un vídeo ya grabado? Probablemente no, o no necesariamente. Al menos, no en la universidad. (No entro en la primaria y secundaria, que lógicamente es otro mundo).
Probablemente, sería para mejor aprovechamiento de todo el mundo —profesores y estudiantes— si hubiera unas clases grabadas a las que todos pudieran acudir para aprender, y que las clases presenciales versaran realmente sobre cuestiones insustituibles que un vídeo no pudiera suplir: dudas, resolución de ejercicios, prácticas, etc.
Los vídeos de clases supondrían la democratización de las clases. Un asunto personal, una indisposición, una cita con el médico o incluso una resaca o una cita de Tinder: todos tenemos derecho a faltar a clase por la razón que sea. Actualmente no tiene sentido que si faltamos a clase ya hayamos perdido irrecuperablemente esa posibilidad de aprendizaje. (Porque no: los apuntes de un compañero no sustituyen la clase).
Los profesores, en lugar de repetir una y otra vez, curso tras curso, las mismas clases (ya, ya sé: hay quien varía un poquito, más que nada para no aburrirse ellos mismos), podrían emplear mejor ese tiempo en sus investigaciones, en sus publicaciones, ¡y hasta en su docencia!
Por otra parte, las clases grabadas supondrían, de hecho, el fin de esta piratería de clases. Si las clases ya están grabadas y disponibles para todo el mundo, ¿por qué alguien iba a piratearlas? ¿Qué sentido tendría?
Naturalmente, habría muchos profesores que no estarían dispuestos a participar en proyectos de este tipo, incluso si se los convenciera de los beneficios. No todo el mundo tiene madera para estar ante la cámara, y creo que también cualquiera está en su derecho.
¿Sería el problema para ellos? ¿Se los amonestaría? ¿Reciclaría? ¿Despediría?
Pregunta delicada: ¿seguiría teniendo sentido que hubiera tantos profesores?
A saber.
¿La solución?
No me corresponde a mí encontrar la solución, y mucho menos implementarla, pero sí creo que los peces gordos de la educación, escuchando atentamente a los profesores y a los alumnos, deberían ponerse a ello.
¿Interesa? Probablemente no.