
Un terrible accidente obliga al príncipe Belerofonte a exiliarse en la ciudad Tirinto. Una vez allí, el rey Preto lo enviará a la corte de su suegro, el rey Yóbates de Licia, con un mensaje escrito en una misteriosa tablilla.
Poco podía sospechar el héroe Belerofonte que eso lo llevaría a ganarse la amistad de la diosa Atenea; con su ayuda, domará al caballo alado Pegaso y, surcando los cielos, se enfrentará al terrible monstruo conocido como la Quimera. También tendrá que vérselas con la feroz tribu de los sólimos y con las amazonas, las mujeres guerreras.
Al contrario que la mayoría de la literatura juvenil sobre mitos griegos (que suelen limitarse a compilar resúmenes de muchos personajes o mitos), este libro presenta un relato cohesionado de extensión adecuada para jóvenes (¡y adultos!), todo ello narrado vivamente sin necesidad de recurrir a imágenes.
Índice de contenidos
El libro, de unas 10 000 palabras de extensión, tiene los siguientes capítulos:
- El terrible accidente de Belerofonte
- La reina Estenebea
- La traición de Preto
- Belerofonte en la corte del rey Yóbates
- La decisión de Yóbates
- La ayuda divina
- La doma de Pegaso
- El enfrentamiento con la Quimera
- Una nueva misión para Belerofonte
- La última misión: las amazonas
- El final de Belerofonte
Muestra gratuita
Odio cuando tengo que comprar cosas a ciegas. Por eso quiero que, antes de gastarte un céntimo, puedas ver (además del índice de contenidos, que ya lo acabas de ver) una muestra del contenido y del estilo.
Estos son los dos primeros capítulos: 1. «El terrible accidente de Belerofonte»:
Hace varios miles de años, aún antes que Heracles, Odiseo o Aquiles, vivió en la antigua Grecia un joven llamado Belerofonte, príncipe de Corinto, hijo del rey Glauco y nieto del famoso Sísifo, aquel que fue condenado a subir a una montaña una enorme roca que inmediatamente volvía a caer rodando cuesta abajo. Aunque su abuelo fue muy malvado y por eso recibió ese castigo de los dioses, Belerofonte era amable, valeroso, apuesto y, en general, tenía todas las cualidades apropiadas de un buen príncipe.
Sin embargo, incluso a quienes tienen las mejores cartas puede tocarle una mala mano, y es que un día como otro cualquiera Belerofonte fue a cazar con su hermano. Fueron a las boscosas colinas de Argos y allí pasaron el día de cacería. Ya habían conseguido una buena cantidad de presas, por lo que se marcharon de vuelta a casa.
Los dos hermanos habían echado a suertes cuál de los dos debía cargar con el botín del día, y le tocó al hermano, por lo que iba arrastrando las piezas, mientras que Belerofonte, libre de cargas, iba caminando por delante a bastante distancia.
Aunque ya tenían muchas presas, a Belerofonte se le cruzó justo por delante un enorme y hermoso ciervo, y supuso que aquello no fue casualidad, sino un regalo de los dioses, así que tomó su arco al momento y fue a dispararle. Como ya estaba atardeciendo, los rayos del sol le daban en la cara, por lo que, medio cegado por ellos, falló el tiro: el ciervo escapó ileso, pero aun así se oyó un terrible gemido de dolor.
Belerofonte fue corriendo hacia su hermano, que estaba tirado en el suelo con una flecha clavada. Por mucho que Belerofonte rogó a los dioses, su hermano sabía que lo único que podían hacer era despedirse: alzó sus ojos hacia él, le tomó las manos y sonrió débilmente, dándole a entender que lo perdonaba.
Aunque aquella muerte había sido accidental, Belerofonte sabía muy bien que no podía regresar a casa, pues las leyes de su país eran muy claras contra cualquiera que matara a otro, y es que, hasta que hubiera sido purificado por el derramamiento de sangre, no podía poner los pies en Argos para no mancillar su propia patria con aquel crimen, por muy involuntario que hubiera sido.
Durante un tiempo vagó de aquí para allá, evitando todo contacto con la sociedad y viviendo de los frutos que cogía de los árboles y de lo que cazaba. Finalmente, cuando se le hubieron aclarado un poco las ideas, decidió su siguiente paso.
En aquellos tiempos, los crímenes como el de Belerofonte solo podían purificarlos los reyes extranjeros. Por tanto, resolvió ir a Tirinto para que el viejo rey Preto le purificara de la muerte de su hermano. Al resguardo de la noche, llegó a Tirinto, entró encapuchado en el templo y se arrodilló ante el altar donde los penitentes procuraban la salvación.
Cuando el rey Preto se enteró de que el joven príncipe Belerofonte había llegado a Tirinto buscando la purificación, mandó hacerle llamar y le ofreció hospitalidad en su propio palacio: no solo lo purificó, sino que lo trató como a su propio hijo, y le dijo que podía quedarse allí todo el tiempo que quisiera hasta que decidiera qué hacer a continuación.
Y 2. «La reina Estenebea»:
Pasaron varios días, en los que Belerofonte se dedicó a hacer el tipo de cosas que hacían entonces los jóvenes nobles: montaba a caballo, iba de caza, participaba en juegos atléticos y en todo ello sobresalía entre todos los demás jóvenes de Tirinto, y no era ningún secreto en toda la región que podría haberse casado al momento con la mujer que él hubiera querido, pues todas estaban rendidas a sus pies.
El rey Preto, aunque por su edad podía ser el padre de Belerofonte, tenía por esposa a una hermosa e inteligente muchacha llamada Estenebea. Ella dedicaba buena parte de su tiempo al tipo de cosas que hacían en aquella época las mujeres, como hilar y tejer, pero también le gustaba oír las historias que contaban los poetas y hablar con los filósofos de cuestiones que la mayoría de la gente no entendía.
Estenebea era no solo una magnífica esposa y reina, sino también una amable anfitriona, por lo que a menudo charlaba con Belerofonte para hacerle compañía y para conocer las costumbres e historias de su Argos natal.
—¿Conoces al héroe Perseo? —le preguntó una vez ella.
—He oído su nombre, pero no conozco sus hazañas —respondió Belerofonte.
—Por lo que he oído, es muy querido por los dioses, y la propia Atenea es su protectora. Las últimas noticias que tuve de él es que había logrado decapitar a la horrible gorgona Medusa, cuya mirada convierte en piedra a quien ose mirarla a los ojos. Según dicen, en el momento del enfrentamiento, estaba embarazada del dios Poseidón, y, cuando Perseo le cortó la cabeza, salió de ella un hermoso caballo con alas, que vuela más rápido que las mismas águilas de Zeus.
—¡Un caballo con alas! —dijo Belerofonte, incrédulo—. ¡Eso es algo que me gustaría ver!
—Eres un hombre hecho y derecho, Belerofonte —replicó Estenebea—, y los dioses aman a los mortales como tú. ¡Quizá algún día cabalgues tú mismo a sus espaldas por el cielo azul!
Preto, como cualquier otro rey, tenía una nutrida red de espías no solo en la plaza del mercado y en ciudades extranjeras para que le informaran de todo lo que ocurría a su alrededor, sino incluso en su propio palacio.
Un día, mientras el rey comía unos higos con nueces con leche y vino, el maestro de los espías fue a darle su informe. No había nada fuera de lo normal, excepto el último asunto de la lista.
—Sin duda, esto no habrá escapado a la atención del rey bajo su propio techo —dijo el hombre—, pero aun así creo conveniente mencionarlo: el huésped Belerofonte y la reina Estenebea se encuentran frecuentemente y pasean por los jardines reales, a veces durante horas. Nada fuera de lo normal, por supuesto: al fin y al cabo, Belerofonte y Estenebea son de una edad similar y es natural que tengan muchas cosas de las que hablar…
—Por supuesto que no ha escapado a mi atención —respondió Preto en un tono virulento impropio de él—. ¿Te crees que soy ciego? Si ya has terminado tu informe, vete, que no quiero volver a verte hasta la semana que viene, y para entonces espero que tengas información más útil de lo que ocurre en mi país y en el extranjero.
El maestro se marchó muy confundido, sin entender muy bien qué había ocurrido, apenas reconociendo a su señor en aquel hombre que hacía un momento le había estado gritando escupiendo higo y nueces.
Pero mucho más confundido se quedó el propio rey Preto: «¿Belerofonte y Estenebea? ¡En mi propia casa! ¡En mis propias narices! ¡Y yo sin darme cuenta de nada! ¿Me estaré haciendo viejo? Claro… Ella tan joven, y él tan apuesto… ¿Cómo no había caído en eso? ¡No puede ser! Bien dicen que nadie escarmienta en cabeza ajena, pues esta historia no es nueva…».
Todo eso se pasó el rey rumiando en su cabeza el resto de la cena, dándole vueltas a lo que había visto hasta entonces y buscando una interpretación a cada gesto y palabra que había visto y oído tanto de Belerofonte como de Estenebea.
«No es nueva esta historia, no… ¿Cuántos reyes han acabado asesinados por sus propios amigos para hacerse ellos mismos con el trono? ¿Sabrá Estenebea de sus planes? ¿¡Será ella su cómplice!? Al fin y al cabo, si yo muero, Estenebea seguiría siendo la reina, y sin duda ella, joven y hermosa como es, preferiría compartir el trono con un joven apuesto como Belerofonte y no con un viejo como yo… No, no puede ser: mi Estenebea no es así. Pero Belerofonte… seguro que está seduciéndola poco a poco, con sus cuentos heroicos e historias exóticas, enamorándola para, cuando me dé muerte, casarse con ella, la reina, y hacerse él rey en mi lugar».
Aunque nada de esto era cierto, todas las piezas encajaban en la paranoica cabeza del rey.
—¡¡¡No será así!!! —gritó de repente el rey, dando un puñetazo sobre la mesa, con el que salieron rodando varias nueces.
Los guardias que vigilaban el salón se sobresaltaron ante el repentino grito del rey y levantaron las lanzas, como si fueran a atacar a un fantasma que había aparecido de pronto.
—¡No! ¡No! —siguió gritando el rey.
Entonces se repuso un poco y se dio cuenta de la confusión y sobresalto de los guardias.
—¿Qué miráis? ¡Fuera! Dejadme cenar en paz. ¿Es que también vosotros pensáis que soy un viejo que necesita vuestra vigilancia? ¡Fuera! ¡Es una orden!
Se marcharon los guardias. De un manotazo tiró Preto todo lo que había en la mesa y el ruido se oyó desde fuera, pero los guardias no se atrevieron a entrar a comprobar qué había pasado. Entonces el rey volvió a sentarse, con la mesa ahora vacía, y siguió revolviendo en su mente cómo solucionar aquello.
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Algunas respuestas
Quizá tengas preguntas. Aquí las respuestas.
¿El libro es para niños?
Efectivamente, el libro es para niños, a partir de unos 9 años.
¿Hay dibujos o imágenes?
El interior del libro es todo texto. La única imagen que hay es la de la portada.
¿Cómo va de políticamente correcto?
El relato se basa grosso modo de forma razonablemente fidedigna en el mito «oficial»: exilio de Belerofonte por una muerte, visita a Preto y conflicto con Estenebea, que lo lleva a visitar a Yóbates, que lo envía en misiones contra la Quimera, los sólimos y las amazonas, para lo cual necesita domar a Pegaso con la ayuda de Atenea.
Sin embargo, he hecho algunos cambios considerables. El más importante es el primero, relativo a Estenebea (la esposa del rey Preto): en mi libro, Estenebea no acusa en falso a Belerofonte de forzarla (las acusaciones falsas de violación son tema delicado), sino que es Preto el que desconfía de Belerofonte.
Los otros dos cambios son respecto al enfrentamiento con los sólimos y las amazonas, centrados más en el diálogo que en la simple lucha (de las que, en cualquier caso, tampoco hay muchos detalles en los textos antiguos).
¿Puedo probar antes de comprar?
Sí: prueba los dos primeros capítulos completos para ver si es el estilo que esperas.
¿Necesito un dispositivo específico para el formato ebook?
No es necesario que tengas un dispositivo Kindle: puedes descargar en tu teléfono, tableta u ordenador la aplicación gratuita de Kindle para leer ahí la obra.
¿Qué diferencia hay entre la versión digital y en papel?
Además de la obvia, ninguna: el contenido en ambas versiones es idéntico.
Si te interesa el tema económico, mi parte de beneficios es la misma en la versión digital y en papel (céntimo arriba, céntimo abajo).
No puedo/quiero comprar en Amazon
El libro es autoeditado y autopublicado y por el momento solo está disponible en Amazon porque es ahí donde lo he autopublicado. Por el momento no tengo pensado publicarlo en ninguna otra plataforma. 🤷♂️
¿Tienes más?
De hecho, ¡sí! Desde humanistasenlared.com/libros puedes ver todo lo que tengo publicado, pero te lo pongo más fácil.
Estos son los libros juveniles sobre mitología griega que tengo publicados por ahora (¡más en camino!):
Para adultos (y jóvenes interesados):
¡Y también sobre historia del mundo clásico!
Y como no solo de clasiqueo vive el hombre, también tengo leyendas medievales adaptadas para todos los públicos:
- La leyenda de Beowulf
- La leyenda de Roncesvalles
- La leyenda de Guillermo Tell y los libertadores de Suiza
- La leyenda de Robin Hood
- La leyenda del rey Arturo (medio plazo)
¡Y ahora vamos más allá en la historia!