No hace falta ser lingüista para darse cuenta de que el uso de la palabra «huevos» como sinónimo vulgar de «testículos» viene causado por la obvia similitud entre los huevos (p. ej. de gallina) y los testículos.
Sin embargo, ¡hemos de ir más allá!
Si consultamos un diccionario al uso, p. ej. el de la RAE, vemos que «huevo» procede del latín ovum. Este diccionario no lo marca, pero una consulta en un diccionario de latín nos indica que la o latina es larga: ōvum.
Todo esto no es casual: los romanos eran ya absolutamente conscientes de la similitud formal entre la letra o, un huevo y un testículo.
En un principio, nos debe chocar algo. Como sabemos, una ō no diptonga en español, sino que permanece como o, por lo que en principio no se explica el diptongo ue del español.
Esto ha llevado a teorías disparatadas que defienden que ese diptongo ue del español actual es por un cruce vocálico con la ŏ de ŏvis, argumentando que las ovejas (macho) también tienen dos testículos. Sin embargo, es bien sabido que debe decirse «carnero», no «oveja macho», por lo que la tesis se tambalea desde sus propios cimientos.
Ha llegado la hora de conocer la verdad. Vamos a dar nuestra teoría al respecto, en la que parece que nadie había reparado hasta ahora.
Antes de continuar donde lo hemos dejado, hemos de remontarnos a un estadio anterior de la lengua y, como el latín procede del protoindoeuropeo, tenemos que investigar el significado primordial de cada uno de los formantes:
- *o hace referencia, como ya se ha dicho, a la forma redonda; como los testículos son dos, el formante sufre reduplicación y el resultado es oo.
- *v en latín se pronunciaba [w], sonido conocido como wau y que procede de la letra hebrea que significaba ‘gancho’; nada de esto es casual: solo hay que pensar en el sonido que hace un hombre, o un perro, si se le golpea con un gancho en los testículos. ¡Qué hermoso es usar la lógica para hacer lingüística!
- *u es una reduplicación alofónica de la wau previa (aunque no está claro si [w] y [u] eran alófonos en distribución variable de un mismo fonema o si eran fonemas independientes en distribución complementaria); en cualquier caso, siguiendo con el razonamiento anterior, cuando los testículos son golpeados por un gancho, el dolor es lo suficientemente intenso como para justificar esta reduplicación o geminación expresiva.
- *m es la desinencia casual (como sabemos, el latín usa casos para indicar las funciones sintácticas).
Tras ver el significado de cada uno de los formantes primordiales por separado, prosigamos con la explicación donde la habíamos dejado.
Siguiendo la pista que nos da la forma de la letra o respecto al parecido con los testículos, todo parece indicar que la palabra originaria era oovum, de modo que se representaran bien los dos testículos.
Como bien sabemos de la gramática histórica latina, dos vocales breves pueden contraerse en una larga, y muy especialmente cuando ambas son del mismo timbre, de modo que el original oovum pasó a ōvum.
Sin duda, esto no fue por razones puramente fonéticas, sino que hubo algo más. La sociedad romana era mucho más igualitaria que la griega en cuanto a los sexos y el papel de la mujer.
Para reflejarlo en una palabra de fundamental importancia para la alimentación por un lado y para la reproducción por otro, y tal como recogía el Senatus consultus de nominibus vocabulorum ovalium (documento lamentablemente perdido, pero que nos ha llegado fragmentariamente de forma indirecta en algunas citas que encontramos en Gayo Publilio Méntula —no es casual, con ese nombre, su interés en el tema—, un gramático de la Hispania imperial), el propio senado intervino. También hay constancia de una línea, quizá espuria, quizá real, del Appendix Probi: ōvum non oovum.
Méntula cita el pasaje del SCDNVO en el que se da la razón para el cambio, que traduzco libremente:
Hoy todavía usamos, padres conscriptos, la palabra oovum con dos letras que reflejan claramente los dos testículos que tienen, si no absolutamente todos los varones, sí la mayoría. Sin embargo, hasta ahora se nos había pasado por alto un detalle que ha supuesto un agravio desde los tiempos del propio Rómulo, que fundó esta ciudad derramando incluso la sangre de su propio hermano.
Las mujeres no se ven reflejadas en una palabra tan sumamente importante en nuestra sociedad. Como ellas suponen, según datos facilitados por el censor, alrededor del 50 % de la población, recortaremos consecuente y proporcionalmente la cantidad de letras que representan los testículos, de modo que a partir de ahora pronunciaremos y escribiremos ovum, con una sola o. Baste con que la esencia dual permanezca en la naturaleza bisilábica de la palabra.
Y para que esto sea sin perjuicio para los poemas que hasta ahora se habían compuesto con la forma oovum, con dos vocales breves, la única o de la nueva forma será larga: ōvum. Todos los presentes, incluso los que no son poetas, saben bien que dos vocales breves equivalen a una larga, por lo que no se trastocará la estructura rítmica de los poemas.
Senatus consultus de nominibus vocabulorum ovalium, cita de Gayo Publilio Méntula
Esa es, en resumen, la historia de por qué el latín tiene una ō. Sin embargo, como adelantábamos, el español tiene un diptongo ue, que, según los fundamentos más básicos de la fonética histórica del castellano, no puede proceder de ō.
Bien es sabido que la Edad Media en la península ibérica fue dura a causa de las constantes guerras de conquista, reconquista y entre los propios reinos cristianos.
Esto hizo no solo que los hombres dejaran de reparar en las sutilezas de los antiguos romanos, sino que de hecho quisieran hacer hincapié en su virilidad para imponerse sobre otros hombres. Además, hay constancia de que lides de menor envergadura se resolvían mediante peleas de gallos.
Con todo lo dicho, queda patente la causa principal de la diptongación. La fiereza y atropello con que hablaban los hombres sobre sus gónadas hizo que, a fuerza de repetir una y otra vez la misma palabra, cada vez más rápido, la ō se abreviara en ŏ, que diptonga de forma regular.
Además, la diptongación resultante en ue cumplía otra función de vital importancia para los fines comunicativos de los hombres: rescatar la primitiva representación de ambos testículos, que, siendo dos, debían incluir dos vocales. Si no se recuperó el vocalismo original oo fue, desde luego, por las limitaciones fonotácticas del romance castellano.
No nos es posible entrar ya, por razones obvias, en una cuestión que ha salido casi por casualidad. Claro, no es una casualidad. Cuando, un poco más arriba, hemos mencionado las gónadas, al lector más avispado se le habrá venido a la cabeza la similitud fonográfica de esa palabra con Los Goonies, donde, una vez más, tenemos la secuencia oo. ¿Casualidad?
⚠️ Para los menos avispados, esta eTIMOlogía es una parodia de las absurdas etimologías propuestas en libros pseudolingüísticos de autores como YC o CJH. O sea: es absolutamente falsa. Dicho de otra forma: las fuentes empleadas para confeccionar este escrito son mis huevos.