Esto realmente se sugiere en un libro pseudolingüístico (auto)publicado por una persona que dice ser filóloga. Concretamente, la idea es (supuestamente) refutar la existencia del latín vulgar; entre los argumentos, viene a decirse que, si lo que los filólogos dicen del latín vulgar fuera cierto, eso significaría que los hablantes del latín vulgar y/o las lenguas romances tempranas tendrían que comunicarse mediante gestos.
Muestro tres veces en que se dice:
[…] se acepta y se argumenta un proceso de diversificación que no se produjo. La explicación aceptada para la formación de los romances sigue siendo que, durante cuatrocientos años, los hablantes del latín vulgar fueron alejándose de las características latinas. Si en un siglo se suceden cuatro generaciones, eso significaría que ¡a lo largo de dieciséis generaciones los hablantes hablarían sin comprenderse! Deberían vivir en un estado de absoluta angustia por no saber utilizar correctamente un verbo en condicional y estarían obligados a gesticular por culpa de la falta de conectores… ¡Es ridículo!
Carme Huertas en No venimos del latín
En gramática histórica se explica que el latín vulgar «perdió» elementos gramaticales y se retrocedió a la parataxis, es decir, se volvió al estado primitivo de una lengua que utiliza las oraciones simples o a la composición elemental por coordinación o yuxtaposición. La regresión fue de tal magnitud que los hablantes hubieron de recurrir al lenguaje no verbal, a los gestos, para entenderse. Hicieron falta siglos para alcanzar de nuevo la hipotaxis, que es el estado de desarrollo de una lengua que permite cualquier tipo de relación inter-oracional. Esto se explica en los libros de texto de las escuelas y universidades con total seriedad.
Carme Huertas en No venimos del latín
Se nos ha dicho que todas las lenguas romances, hijas del latín, tenían casos gramaticales que se perdieron durante el proceso degenerativo del latín al latín vulgar. Las lenguas se desestructuraron hasta tal punto que los hablantes llegaron a la parataxis: necesitaban gesticular para entenderse.
Carme Huertas en No venimos del latín
Esto es, entre muchas otras cosas, un hombre de paja de libro. Pero vayamos por partes…
En primer lugar, todo parte de un desconocimiento, real o a propósito, de qué es el latín vulgar y cuál es su relación con el latín clásico: de primeras, ningún filólogo que sepa mínimamente del tema (o simplemente de lingüística) va a hablar de que las lenguas degeneran; de segundas, el latín vulgar no es una degeneración, ni siquiera evolución (y menos involución), del latín clásico.
En segundo lugar, volvemos al hombre de paja. Sí es cierto que en el habla vulgar (entiéndase cotidiana, espontánea, no esmerada) prevalece la parataxis (tecnopalabro para referirse a las oraciones coordinadas o yuxtapuestas). Esto, sin embargo, de ninguna forma quiere decir que haya una regresión al hunga-hunga y al gesticular como chimpancés, como quiere hacer ver la autora.
Por cierto, que el uso de la parataxis (o, mejor, el no uso de la hipotaxis, oraciones subordinadas) en el habla cotidiana es lo más normal del mundo en cualquier lengua. Para que lo entendamos bien: raro es que hablando con familiares y amigos digamos «por consiguiente», «no obstante», «así pues», vayamos enhebrando oraciones subordinadas dentro de otras al estilo ciceroniano, etc. Por el contrario, lo más frecuente es hilar frases mediante «y … y», «y entonces…» y unos pocos conectores y operadores más.