El betacismo latino —cuyos efectos continuaron en las lenguas romances— tiene como una de sus partes la evolución de V /w/ a v /v/ en la mayoría de las lenguas hijas. Esta evolución, lejos de ser algo específico del latín y las lenguas romances, es muy frecuente en las lenguas del mundo.
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Protoindoeuropeo *w
En lingüística indoeuropea se reconstruye una deslizante aproximante labiovelar *w (o *u̯ según la bibliografía, p. ej. Fortson), a pesar de que muchas de las lenguas hijas van a tener no una deslizante, sino una fricativa (normalmente /v/).
De hecho, a día de hoy solo lenguas de la rama germánica occidental (entre las que destaca el inglés) conservan la *w primaria como [w]. Incluso dentro de esta rama lo normal fue la evolución a una fricativa (p. ej. en alemán).
Las deslizantes (yod y wau) son sonidos inestables en mayor o menor medida y tienden a resolverse de diversas formas según las lenguas, el contexto fónico, etc., ya sea perdiéndose por completo o debilitándose p. ej. en una aspiración, ya sea reforzándose en una fricativa (con posibilidad de posteriores evoluciones).
Veamos algún ejemplo de evolución de *w en lenguas hijas, p. ej. con la raíz *welh₁- ‘querer, escoger’:
- latín volo /ˈwoloː/
- italiano volere /voˈleɾe/
- sardo bòlere/vòlere /ˈβɔleɾe/
- español voluntad /bolunˈtad/
- inglés will /wɪl/
- alemán will /vɪl/
- védico vará /ˈʋɐ́ɾɐ/ ‘elección’
- griego ἔλδομαι < *ἐϝέλδομαι /eˈweldomai/ ‘desear’
Etapas intermedias de la evolución [w] > [v]
Como hemos visto, es muy normal en la evolución de las lenguas que [w] acabe como [v]. A menudo se documenta (directa o indirectamente) o se puede suponer alguna etapa intermedia, ya sea la fricativa bilabial sonora [β] y/o la aproximante labiodental sonora [ʋ].
Algunas lenguas, de hecho, permanecen en esta etapa, y a menudo hay variación alofónica:
- sardo, español: *w > /β/ o /b/ [b, β]
- neerlandés: *w > /ʋ/ [ʋ, β̞, w]
- hindi/hindustaní: *w > /ʋ/ [ʋ, w, v]
Cambio final a /v/ [v]
Es difícil establecer la cronología absoluta del cambio a /v/ [v], que es más temprano en unas lenguas y más tardío en otras. A menos que el cambio sea relativamente reciente y/o se pueda rastrear la transición documentalmente, el hecho de que las grafías antiguas no fueran necesariamente exactas, de que no se actualizaran junto a la pronunciación, etc., hace que sea prácticamente imposible datar el cambio.
Por ejemplo, podemos saber sin género de dudas que el español actual tiene [β] (como alófono de /b/) y que el italiano tiene /v/ [v]. Hasta hace relativamente poco tiempo —y todavía colea en la bibliografía— se creía que el castellano medieval tenía /v/ (labiodental), cuando es de suponer que realmente era /β/. Las grafías medievales, junto al hecho de que la mayoría de romances tengan /v/, hizo pensar —supongo que sin mucha reflexión— que también el castellano tuvo /v/. Realmente, el castellano medieval no hizo otra cosa que, grosso modo, mantener la distribución del latín tardovulgar, y fueron las lenguas con /v/ las que sufrieron un cambio posterior desde /β/.
Por su parte, otras lenguas romances, como el italiano o el francés, han continuado esa evolución hasta la fricativa labiodental sonora /v/. Dicho de otra forma, la /v/ de estas lenguas ha de ser relativamente tardía (es de suponer que en las etapas más antiguas era /β/ como en castellano medieval), pues /v/ no solo procede de V y B intervocálica latinas, sino también de P intervocálica latina:
- ARRIPARE (ad + ripa) > *arribare > arrivare
El alto alemán moderno temprano (Early New High German) —de donde procede el alemán actual— se sitúa entre los años 1350 y 1650, y no antes de esta época se sitúa el cambio /w/ > /v/ (cf. inglés wine vs. alemán Wein). Lógicamente es difícil saber si realmente en esta época se dio la transición desde [w], o quizá ya desde [β] o [ʋ], o hasta [β] o [ʋ] y no hasta [v]. Sí podemos suponer que antes de esta fecha lo que había era [w] y que lo que ahora hay es [v], pero lo que hay entre medio es más nebuloso.
Además de lo dicho anteriormente del neerlandés, aún en variedades del alemán la pronunciación de /v/ es más [ʋ] que [v].
Aparición de /w/ secundaria
Como con tantas otras cuestiones de la lengua, algo puede perderse y reaparecer a partir de otro origen.
Por ejemplo, en protoeslavo se reconstruye *ʋ procedente de *w indoeuropea, primaria, (probablemente /ʋ/ [ʋ, w]). En polaco, esta *ʋ evolucionó a /v/ (escrito ‹w›): wór /vuɾ/ ‘saco’. Sin embargo, actualmente el polaco tiene un fonema /w/ que es secundario y se escribe con ‹ł›, pues procede de una antigua [ɫ] (conservada aún en algunas variedades): ładna /ˈwadna/ ‘guapa’.
Algo muy parecido ocurre en algunas variedades del inglés, donde una l /l/ implosiva [ɫ] llega a pronunciarse como una vocal velar [ʊ], y así doll /dɒl/ [dɒɫ] puede llegar a pronunciarse [dɒʊ].
Y por supuesto… también aparece una [w] secundaria (realmente, mejor [u̯] en este caso) en la evolución de las lenguas romances, pues igual que en inglés una /l/ implosiva podía velarizarse [ɫ] hasta el punto de vocalizarse y formar diptongo con la vocal anterior (con posterior evolución), p. ej. en FALCE > [ˈfau̯tse] > «hoz».