Algo inexorable de las webs de suscripción (entiéndase ‘de pago recurrente’) es el mantra «pago recurrente, esfuerzo recurrente», o lo que es lo mismo: si quieres cobrarle a tu cliente cada mes, tienes que estar ofreciendo contenidos nuevos constantemente.
Además del consabido curso de acentuación que ya estaba publicado completo para el lanzamiento de AcademiaLatin.com, mi planteamiento fue ir publicando tres clases semanales, una de cada uno de los tres cursos que iban en paralelo: lingüística general, mitología griega y romana y lingüística indoeuropea.
Esto hay que ponerlo en perspectiva. Como ya he dicho, aquí estaba en Polonia impartiendo unas trece horas semanales de clases de español (por lo que en realidad eran más del doble entre preparación, desplazamiento, etc.). Por otra parte, las clases para AcademiaLatin.com duraban alrededor de una hora cada una, lo que entre preparación, grabación, edición, etc., podía perfectamente suponer diez horas, treinta entre las tres.
No es momento para entrar en detalle en esto, pero desde luego no recomiendo ni de lejos que las clases sean tan largas (diría que no deberían durar más de media hora), y tampoco recomiendo empezar con un compromiso tan alto de publicación recurrente: una clase de veinte o treinta minutos cada semana va perfectamente bien; si acaso, dos clases; pero no tres clases de una hora cada una.
Entre mis clases de español y AcademiaLatin.com, entre pitos y flautas, mi semana laboral podía ser perfectamente de más de sesenta horas (y si tenemos en cuenta que ganaba el dinero mínimo para no tener que empezar a tirar de ahorros, peor aún).
La cuestión que surge ahora: ¿cómo me organizaba para todo esto?
Voy a hablar de un par de hábitos que tomé de Joan Boluda y que creo que fueron fundamentales para aumentar mi productividad de una forma sin precedentes en mi vida. No voy a descubrir ninguna técnica secreta: de hecho son dos cosas sumamente simples en su planteamiento.
La primera es tan simple como levantarse temprano (por supuesto, que el planteamiento sea sencillo no necesariamente significa que sea fácil de implementar). Aquí es cierto que cada uno dice una cosa, pero para mí sí supuso un gran aumento de productividad porque, pese a mis malos hábitos previos, una vez acostumbrado a levantarme temprano sí rindo mucho más por la mañana que por la tarde-noche tras todo el día de briega.
Puede parecer de perogrullo, pero es importante: para levantarse temprano hay que acostarse proporcionalmente temprano de modo que uno duerma entre siete y ocho horas. De nada sirve levantarte temprano si eres zombi tras dormir cinco o seis horas. Es importante mantener cierta higiene en este sentido y tratar uno de acostarse y levantarse siempre a la misma hora más o menos.
Lo ideal, además de dormir entre siete y ocho horas, es despertarse sin despertador. Está bien tener el despertador programado por si acaso, pero lo ideal es despertarse uno mismo antes de que suene. Acostumbrarme a esto me resultó bastante fácil porque en Polonia en verano el sol puede estar fuera incluso antes de las cinco de la mañana (lógicamente, tienes que dejar las persianas abiertas para que entre el sol).
Ya sé que es posible que estés convencido de que tú eres un búho nocturno y de que prefieres hacer cosas de noche, etc., etc., y es posible que realmente sea tu caso, pero es igualmente posible que sea solo una excusa para justificar tu falta de disciplina. La cuestión es que yo también pensé eso durante la mayor parte de mi vida, y ahora soy defensor de despertarse temprano; eso sí, importante: habiéndote acostado temprano y dormido entre siete y ocho horas.
A título informativo: yo me acostaba a las diez de la noche y tenía el despertador programado a las seis de la mañana (normalmente me despertaba solo entre las cinco y media y las seis menos cuarto). Por supuesto, esto conlleva modificar los perros horarios de comidas típicos de España: en mi caso, desayunar a las seis, almorzar sobre las doce y cenar alrededor de las cinco. (Y tranquilo, que al cabo de unos días te acostumbras a cenar cinco horas antes de acostarte y no te entra hambre: ¡es incluso mejor!).
La otra técnica supersecreta de productividad que la sociedad te ha estado ocultando deliberadamente es… usar un calendario, en mi caso el calendario de Google, y más concretamente el time blocking, es decir, bloquear el tiempo en el calendario con las tareas que tienes que hacer cada día en bloques de tiempo.
No es este el momento de entrar en detalles ni de exponer las diferencias con las listas de tareas, las agendas, los pomodoros, etc. Sí que es importante tener en cuenta que tu cabecita es el peor gestor de tiempo/tareas que hay y que por eso necesitas un sistema para planear qué hacer, cuándo y durante cuánto tiempo.
Perogrullada pero muy importante: de nada sirve levantarse temprano si cuando te sientas en el ordenador no sabes qué es lo que tienes que hacer. Tampoco puedes ir improvisando cada día como pollo sin cabeza, y esto por muchos motivos, pero principalmente porque si se quiere llegar a alguna parte hace falta una planificación medianamente seria a medio plazo y porque el hecho de planear supone un gran agotamiento mental (es por esta razón por la que gente como Steve Jobs o Mark Zuckerberg visten o vestían siempre igual y la gente que no puede permitirse eso pero sí tienen el dinero tienen a una persona encargada del vestuario: para no tener que gastar ellos energía en algo relativamente trivial).
Si no me crees, haz la prueba: siéntate, abre tu calendario y empieza a planear qué harás cada día, durante cuánto tiempo, etc. Esto puede llevarte perfectamente horas y tendrás que darte un descanso entre medias. Y si sí me crees, también tienes que hacerte tu time blocking.
Y por último, un aviso: es totalmente normal si te bloqueas al principio al planear, si tu primera semana planeada acaba no pareciéndose en absoluto a la realidad, etc. Hacer un plan realista y que puedas llevar a cabo sin mucho fallo no es fácil, menos aún al principio, pero se va mejorando con la práctica.
Con estos dos hábitos conseguí aumentar bastante mi productividad, lo que me permitió ir creando bastante contenido a un ritmo bastante rápido y constante (aunque no necesariamente efectivo ni eficiente).
En el siguiente episodio seguiremos hablando de la rutina creadora, de mis esfuerzos por promocionar mis contenidos y de cómo esto me llevó a mis primeras experiencias con los pódcasts y finalmente a YouTube.
Hasta entonces, suscríbete al pódcast si no lo has hecho ya y, especialmente, dirígete a humanistasenlared.com/negocios para seguir al tanto.